Ya sabéis que Aldeavieja ha servido
como escenario del rodaje de varias películas, no muchas es la verdad pero no
por ello poco importantes. La primera de la que tenemos noticia fue “La Aldea
Maldita”.
Este film se rodó en 1942, en plena
posguerra, bajo la dirección de Florián Rey, que ya había realizado una primera
versión, muda, en 1930. Esta nueva película cambió varias situaciones con
respecto a la anterior para amoldarse a la situación político-social que la Guerra
Civil había implantado en el país.
Su argumento es el siguiente:
Los hechos suceden en el pueblo salmantino de Luján, a finales
del siglo XIX. Debido a una serie de desgracias climatológicas (sequía,
pedrisco, fuertes tormentas) durante varios años seguidos, el pueblo se
encuentra en una situación de pobreza y miseria que empuja a sus habitantes a
emigrar a la ciudad en busca de un trabajo que mitigue sus problemas; Juan, un
labrador en buena situación, se ve obligado, junto con sus aparceros y criados
a hacer lo mismo, dejando a su mujer e hijo en la aldea; pero su esposa,
Acacia, decide marchar también; no con él, sino por otro camino que la llevará
a la prostitución y la degradación; pasado un tiempo Juan vuelve a la aldea y
recupera su situación y su riqueza; Acacia también vuelve, pero convertida en
una mendiga a la que reconocen los pastores de Juan; éste la va a buscar y la
devuelve al hogar después de perdonar sus deslices.
La película se rodó, además de en los
estudios, en los escenarios naturales de Pedraza, que es el pueblo de Luján;
Salamanca, la ciudad a la que se acude en busca de una nueva vida y, como no,
en Aldeavieja, que servirá para recrear las afueras de la “aldea maldita”.
Los actores que la interpretaron (hoy
ya olvidados) fueron Florencia Becquer y Julio Rey de las Heras en los papeles
protagonistas de Juan y Acacia y Victoria Franco, Pablo Hidalgo, Delfín Jerez y
José Sepúlveda. Tiene una duración de 62 minutos.
La fotografía, muy bella y en blanco
y negro naturalmente, es muy cuidada y estuvo a cargo de Heinrich Gartner,
judío austriaco que obligado a huir de su país durante el nazismo se instaló en
España, participando, hasta su muerte en 1962, en más de 180 películas.
Pero volvamos a las escenas rodadas
en nuestro pueblo. La película está dividida en capítulos, encabezados por un
cartelón, como se hacía en el cine mudo; el capítulo II, “El Éxodo”, nos
muestra el momento en que los habitantes del pueblo lo abandonan en carros de
bueyes y carretas en busca de una vida mejor; se produce la concentración y
caravana de las carretas. Una amiga de Acacia, Luisa, la anima a que la
acompañe si su marido no la quiere llevar, ella le hará un sitio en su carro,
que va el último. Tras un grito final dirigido a su marido -que éste no oye-
desde lo alto del calvario para que la lleve con é1, Acacia acude al
llamamiento de Luisa y se va en su carreta, que se desvía en distinta dirección
que el resto de la caravana. (El calvario es el alto donde se encuentra la
ermita de San Cristóbal, se ven perfectamente las cruces y, al fondo, la mole del
cerro de la Atalaya).
La segunda ocasión en que sale es ya
casi en el final, en el minuto 51 del rodaje, es el capítulo IV: “Nuestros
campos vuelven a tener la bendición de Dios”, un rápido montaje muy a la rusa
muestra la febril actividad de los labradores: arados tirados por los bueyes, labradores
sembrando los campos, una procesión que los recorre solemnemente con un
sacerdote que echa la bendición... La cosecha no puede ser más abundante:
rebosan las espigas de grano, los carros de haces y las eras de sacas de trigo.
Para rematar tanta felicidad, Acacia regresa en una escena que nos la muestra junto
a las mismas tres cruces del calvario que el día de su marcha. Al pie de otra
cruz es reconocida y socorrida por uno
de los pastores de Juan, que pone en conocimiento de su amo la noticia.
Y eso es todo; espero que os haya
interesado.