Hoy vamos a ocuparnos de
esos asientos de piedra que están delante de la iglesia, a ambos lados de la
cruz, frente a la puerta de la misma. En una de las hileras hay ocho asientos y
en la otra quedan seis. Se nota en ellos el paso del tiempo, el desgaste del
granito, también que los asientos no se corresponden con los respaldos; estos
están bien labrados, redondeados, mientras que los otros se ve que se han
contentado con colocar unas piedras que viniesen bien con la altura o la
anchura, sin igualarlos ni desbastarlos demasiado. Comprobaréis que los
respaldos tienen, en la parte de los asientos, un resalte horizontal, como
señalando la altura a la que debían colocarse los asientos, y que los actuales
están, todos, por debajo de esa marca.
Pero no era ese, tampoco,
su origen; en principio estuvieron en la primitiva parroquia del pueblo, en la
hoy ermita de San Cristóbal, y para la misma función que, al principio,
tuvieron en la iglesia de San Sebastián; también allí el cementerio rodeaba la
ermita y también, en ella, los deudos de los fallecidos necesitaban reposo
durante los largos y pesados momentos de recibir el consuelo y el cariño de los
allegados; estaban colocados a ambos lados de la puerta sur de la ermita, de
cara a la sierra y al pueblo y allí, además, servían, en los días de sol del
invierno, para que los vecinos se calentaran al resguardo de las paredes del
templo.
¿Por qué en una fila hay
ocho y en la otra seis? Cuentan que, al trasladar las piedras, en varios
carros, de un lugar a otro, uno de los carros rompió una de sus ruedas, debido
al peso excesivo de la carga y a la vejez de la madera, los bancos cayeron, con
tan mala fortuna que varios de los respaldos se quebraron por varios sitios,
haciéndose inservibles; para paliar la desgracia, al volverlos a montar donde
hoy están, dejaron las filas desiguales, más pequeña la que está cercana a la
torre; veréis que hay medio respaldo en ella, pues se quiso poner uno de los
rotos, pegado con cemento, pero el remedio no sirvió y quedó como hoy aparece:
un respaldo roto; después añadieron unas piedras para cubrir el hueco dejado
por las que faltaban, sin hacer nuevos respaldos.