23 de noviembre de 2020

Aldeavieja: el retablo (perdido) de San Cristóbal.

 

     Me voy a referir hoy a uno de los tesoros perdidos del pueblo: el retablo de la ermita de San Cristóbal.

     Quien más, quien menos, todos conocemos la historia más cercana de la ermita: primero una ruina, pero una ruina gloriosa, que sirvió de cuartel durante la Guerra Civil y que, un buen día, ante la sorpresa del pueblo entero, presenció cómo lo poco que quedaba en su interior era desmantelado, por orden del Obispado de Segovia, y a pesar de la oposición de las gentes, que tuvieron que ser tenidas a raya por la Guardia Civil, se subía a camiones en dirección a un destino desconocido.



     Después la ruina total, el desmantelamiento para poder ser utilizado como escenario para la película “Marcelino Pan y Vino”, lugar de juegos y de guarda de ganados; su venta a un particular y, finalmente, su restauración, su corta vida como museo y escenario de conciertos y su posterior abandono para pasar, otra vez, a convertirse en vivienda privada.



     Pues bien, la ermita conservó, en mejor o peor estado, el retablo desde, aproximadamente, 1674 hasta principios de los años cincuenta del pasado siglo.

     El retablo, como no, se debió a una donación de Luis García de Cerecedo, nuestro ilustre mecenas y su ejecución a Sebastián de Benavente, artífice de los otros tres que ya hemos comentado en pasados artículos.

     En el testamento de García de Cerecedo se puede leer: “los retablos que tengo hechos y puestos de madera, uno en la iglesia y otro el principal de la hermita del señor san Cristóbal, se doren y encarnen los santos conforme al trato que tengo hecho con Pedro del Oyo, dorador, y se a de encarnar el Santo Christo de San Cristóbal y se ha de hacer un árbol al santo Cristo de la Oración del Huerto”.

     Existe una estampa de 1726, en cuyo pie se puede leer: “Verdadero retablo de la milagrosa imagen del Santísimo Cristo de la Serenidad, que se venera en la ermita de San Cristóbal del lugar de Aldeavieja. Año de 1726”.



     En esta estampa se puede ver cómo era el retablo: sobre el banco se asientan dos columnas salomónicas con hojas, racimos y pámpanos en sus espirales que enmarcan la imagen del Cristo de la Serenidad y hacia el exterior dos cabezas de querubines de las que pende un largo festón con frutos y telas. En la parte superior, en el ático, un cuadro de San Cristóbal portando al Niño Jesús y en lo más alto una cartela con una S y un clavo (es-clavo) emblema de la “esclavitud” (cofradía) que veneraba al Cristo.



     Lo único que se conserva, que sepamos, de este retablo, es el Cristo de la Serenidad; efectivamente es la imagen del crucificado que se conserva en la iglesia parroquial, el mismo que se saca en las procesiones de Semana Santa y que sale a las calles del pueblo para presidir la fiesta del 14 de septiembre; es, en fin, “el Cristo de los Mozos” al que se festeja con cohetes y besamanos una semana después de la festividad de la Virgen del Cubillo.



     El cuadro de San Cristóbal y lo que quede del retablo, seguramente se conservará en alguno de los almacenes en los que el Obispado segoviano guarda todo aquello que perteneció a iglesias y ermitas que desaparecieron; ¿No habría sido más justo que se hubiera guardado en la propia iglesia parroquial de Aldeavieja a la que, a fin de cuentas, pertenecía?

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