Hoy vamos a hacer un pequeño recorrido por la historia de Aldeavieja, concretamente desde el año 1871 al 1911 y a través del Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, del que nos hemos hecho eco en alguna que otra ocasión.
Como ya sabréis, en esta publicación se daban a conocer los nombres de las personas que ocupaban ciertos cargos políticos (alcaldes, jueces, secretarios, fiscales…) o profesionales (médicos, maestros, farmacéuticos, veterinarios….) o de oficios (zapateros, panaderos, posaderos…) así como los ganaderos, agricultores o cosecheros más importantes de cada localidad, pequeña o grande, de España.
En estos cuarenta años
de los que nos ocupamos, hubo en Aldeavieja nueve alcaldes diferentes; el
primero de ellos es Román Vázquez,
que duró nada menos que diez años; después le siguió Andrés Gordo, del que sólo
tenemos constancia de que lo ejerciese un año: 1885.
Hay que hacer constar
que entre esos cuarenta años no se conservan ejemplares de todos ellos, sino que
hay dieciocho de los que no tenemos datos, por lo que no hay una total
seguridad de la duración de cada mandato o del ejercicio de cada profesión.
El tercer nombre es el
de Jerónimo Cabrero Andray; ahora
hay que hacer un inciso, pues hay que hacer constar que los alcaldes, en esta
época, formaban parte de la clase más pudiente de la localidad, lo que antes (y
ahora) se han llamado “caciques”; personas con grandes propiedades, muchas
tierras, mucho ganado y que tenían a su servicio a un buen número de habitantes
del pueblo, ya fuera como pastores o jornaleros, criados o como parte de su
servicio, los cuales a cambio de tener trabajo se convertían en votantes fieles
de sus patronos para cuantos cargos políticos se presentaban. Muchos de los que
veremos como alcaldes, figuran también, otros años, como juez de paz, fiscal… y
siempre como ganadero, almacenista o, como les sucedía a Andrés Gordo o a
Jerónimo Cabrero, figuraban en la lista de principales contribuyentes.
Esto no es condenar a
estas personas; hay que tener en cuenta la época de la que tratamos y cómo era
la sociedad en la que vivían; estos actos, que hoy valoraríamos como
inadecuados y prepotentes eran, entonces, el pan de cada día y pocos se
rasgaban las vestiduras por ello; aunque…. los tiempos empezaban a cambiar.
Hay que tener en
cuenta, que la Ley electoral en esos años, limitaba mucho la lista de
elegibles, ya que sólo se podía presentar como candidato si se reunían unas
características determinadas, que, básicamente, consistían en ser uno de los
individuos adinerados del municipio; del mismo modo, los electores debían de
ser varones, mayores de 25 años y demostrar una permanencia en el municipio de
dos años o más justo antes de la fecha de las elecciones.
Siguiendo el listado
nos encontraremos con los nombres de José
López, Benito Burguillo, Carlos Silgado, Juan Moreno López, Bonifacio Moreno
Pérez y, ya en 1911, Julián Muñoz
Rodríguez.
Para el cargo de Juez
municipal, que es la figura correspondiente a la del actual ”juez de paz”
tenemos los siguientes nombres: Cándido
Moreno, Román Vázquez, Tiburcio Jiménez, Bartolomé Santamaría de Blas y Fermín Gordo Sanz; siendo éste último
el que más años estuvo en el puesto: nueve.
Igualmente, en el
puesto de Fiscal (cargo que hoy día no tiene similar en la Administración
local) aparecen los nombres de Jacinto
Aparicio, Pablo Gordo Sanz, Manuel Sánchez, Juan Moreno, Agustín Moreno Pérez,
Jerónimo Cabrero Andray, Miguel Vázquez Torres, Lope Zahonero Arroyo y
Deogracias Gordo Chamorro.
Para terminar con las
“autoridades” de esos años, decir que se contabilizan tres párrocos diferentes:
Tomás Alcones, Nemesio Cerracín y,
por último Bonifacio Pelayez,
nombrado en 1898 y que continuaba en 1911.
Empezando con los
“profesionales”, se hace notar que los médicos, en general, permanecían poco
tiempo en sus destinos, seguramente porque iban buscando sitios mejores o más
grandes en los que desarrollar su profesión o poder dar una mejor educación a
su, normalmente, extensa familia; el primero que tenemos noticia es Manuel Caballero y Cid, que permaneció
hasta 1883; después siguió José Moreno
Almezoa, dos años: Francisco Cuesta,
tres; Julián de Miguel, seis y Enrique
García Cobiella, cinco años, hasta 1899.
El siguiente médico es
importante para el que esto escribe, pues fue mi bisabuelo: Enrique González Burguillo, natural de
Ojos Albos y que ejerció en Aldeavieja hasta 1910 en que marchó a Zarzuela del
Monte y, finalmente, Ángel García
Casasola que estuvo hasta los años cuarenta o cincuenta del pasado siglo,
siendo uno de los que más duraron.
Los maestros, y
maestras, tampoco eran demasiado duraderos; para la escuela de niños tenemos cinco
nombres: Manuel Bermejo Bermejo,
hasta 1884, Antonio Coello, cuatro
años, Sebastián de la Iglesia, hasta
1903; Valentín García, un solo año y
Ciriaco Méndez, desde 1905 a 1911.
En la escuela de niñas
tenemos a Mariano Sánchez Blázquez,
hasta 1884 y después Eustasia Izquierdo,
que estuvo hasta 1909 (veinticinco años) y Ramona
Cillan Guerra.
En el puesto de
boticario o farmacéutico es más simple, sólo contabilizamos dos: Antonio Molinero, que estuvo hasta 1844
en que falleció y (perdón por el énfasis) mi otro bisabuelo: Gregorio Perlado Sacristán, que tuvo su
farmacia primero en la calle Ancha número 2 y luego en la calle Segovia hasta
su fallecimiento en 1912 y al que sucedió mi abuelo Ciriaco Perlado Freje.
Si éstos fueron pocos,
menos todavía fueron los veterinarios, que aparecen en el Anuario en 1894 y que
sólo contienen un nombre: Agustín Moreno,
que seguía siéndolo en 1911.
En la siguiente entrega
nos ocuparemos de los oficios y otras ocupaciones.
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