Hoy voy a tratar sobre
algo a lo que, hasta hace muy poco, no se le daba ninguna importancia y hoy
día, en los campos especializados comienza a tratarse muy seriamente: las
piedras eslizanderas, como las llamamos aquí, o piedras resbaladeras, que sólo
nos parecían buenas para utilizarlas como toboganes en los que pasar el rato;
donde romper los fondillos de los pantalones o las bragas y llevarnos el
rapapolvo de nuestras madres.
Hoy en día, aún se
utilizan expresiones como: “pasar por la piedra” o “tener un resbalón” para
referirse a situaciones por las que la mujer queda preñada, voluntaria o
involuntariamente; estas expresiones, y otras parecidas, vienen de muy lejos,
como se demuestra en su utilización en textos antiguos; parece ser que las
mujeres se dejaban resbalar por estas piedras pulidas, poniendo en contacto sus
partes pudendas con la roca, a fin de poder quedarse embarazadas. “Tener un
resbalón” es igualmente otra frase que indica la fertilización de la mujer que,
antiguamente, se creía ayudada por el resbalarse por alguna de estas piedras
“mágicas”.
Actualmente se tienen
catalogadas unas 280 “piedras resbaladeras” en toda España; siendo la zona
central (granítica) la que más ejemplares contiene: 36 casos en Zamora, 48 en
Salamanca, 35 en Cáceres, 25 en Badajoz y 81 en Ávila, que es la provincia que
cuenta con mayor número, quizás porque sea la provincia en la que más se ha
profundizado su búsqueda.
Volviendo a lo que nos
interesa, aquí, en Aldeavieja, tenemos dos ejemplares de estas pìedras; su
denominación es la de “piedras eslizanderas”,
las dos se encuentran fuera del casco urbano, aunque muy próximas al
mismo y hacia el oeste, en las cercanías de la zona del Barranco, una a cada
lado de la carretera que conduce al cercano pueblo de Blascoeles.
La primera de ellas, a
la derecha del arroyo del Barranco, es la más característica y la más
utilizada; se nota perfectamente la zona alisada, que recorrerá unos tres o
cuatro metros, está en una tierra a la que se llega desde uno de los caminos
que salen al final del pueblo.
Hablando del uso, es
significativo que hayan sido niñas, que no niños, las que más han hecho uso de
estas piedras para su diversión.
Procuremos que puedan conservarse para su estudio y disfrute futuro.
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