Vamos a rebuscar un
poco en la historia y detenernos en un momento clave: febrero de 1936, las
elecciones generales (últimas celebradas durante la Segunda República) y que
fueron una de las causas de la posterior guerra civil (a sólo cinco meses de
distancia).
Pero vamos a situarnos
en el marco histórico; el presidente de la República disuelve las Cortes ante
el clima de tensión que hace ingobernable el país, se espera que una rotunda
victoria de una de las dos facciones: derecha o izquierda, lleve al país en una
dirección u otra, pero que sirva para acabar con las huelgas, las amenazas
involucionistas del Ejército y toda una serie de malas medidas (o quizás no tan
malas) pero que no contentan a nadie.
Se convocan elecciones
generales para el día 16 de febrero de 1936 y los partidos políticos se
apresuran a realizar coaliciones entre ellos y a dar a conocer a los ciudadanos
sus programas para una mejor gobernanza del país.
Hay que señalar que el
sistema electoral vigente se basaba en el voto universal para mayores de 23
años (edad que se señalaba para la mayoría de edad) y que incluía a las
mujeres. La circunscripción era la provincia, y cada una tenía un número de
diputados de acuerdo con su población; en el caso de Ávila se jugaban cinco
escaños y el sistema era de listas abiertas, lo que quiere decir que la gente
no votaba un partido, sino una persona, y que podía elegir de diferentes
doctrinas, mezclando elementos de derechas y de izquierdas; la papeleta sólo
podía contener cuatro candidatos.
Los partidos que se
presentaban en la provincia de Ávila eran, por la derecha, el Partido Radical,
la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), el Partido Agrario y
Renovación Española; por la izquierda, Unión Republicana, Izquierda Republicana
y el Partido Socialista; además, el Partido Progresista, que se podría
considerar de centro.
Los candidatos eran:
Partido Radical: José
Picón Meilhon
CEDA: Benito Dávila y
Sánchez Monje, Salvador Represa
Marazuela.
Partido Agrario:
Nicasio Velayos y Velayos.
Renovación Española:
José de Yanguas Mesía.
Izquierda Republicana:
Tomás Rodríguez González Cabrera y Claudio Sánchez Albornoz y Menduiña.
Unión Republicana:
Francisco Agustín Rodríguez.
Partido Socialista:
José Felipe García de Muro.
Partido Progresista:
José Palmerino Sanromán.
Como era de esperar, la
derecha obtuvo una gran victoria en la provincia, saliendo elegidos cuatro
candidatos de la derecha y uno de la izquierda (hay que hacer constar que el
sistema electoral beneficiaba grandemente a las mayorías, pero eso perjudicaba
y beneficiaba a ambas facciones, dependiendo de cada provincia); fueron
elegidos los candidatos del Partido Radical, los dos de la CEDA y el del
Partido Agrario, además de Sánchez Albornoz por Izquierda Republicana. En toda
la provincia había 126.515 electores, de los que ejercieron su derecho a voto
96.815, o sea un 76%, que representa un muy alto nivel de participación.
Y, ahora, vamos a ver
qué es lo que sucedió en nuestro pueblo; en primer lugar había 297 electores
(ya sabemos, mujeres y hombres mayores de 23 años), de los que votaron 240, un
80%.
La votación fue como
sigue:
José Picón (Radical)
116 votos.
Benito Dávila (CEDA)
112 votos.
Nicasio Velayos
(Agrario) 87 votos.
Salvador Represa (CEDA)
87 votos.
José de Yanguas
(Renovación Española) 31 votos.
Tomás Rodríguez
(Izquierda Republicana) 123 votos.
Claudio S. Albornoz
(Izquierda Republicana) 113 votos.
Francisco Agustín
(Unión Republicana) 116 votos.
José F. García
(Socialista) 120 votos.
José Palmerino
(Progresista) 49 votos.
Esto nos da una suma de
433 votos para los candidatos de la derecha y de 472 para los de la izquierda
(el candidato de Izquierda Republicana Tomás Rodríguez fue el más votado),
además de 49 para en centro. ¿Sorprendente, verdad?
(Hay que tener en
cuenta que si 240 votantes realizaron 964 votos se debe a que hay que
multiplicar por 4, número de candidatos elegidos, como máximo, por cada
votante, por el número de electores).
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