1 de febrero de 2016

Aldeavieja: siglo XX: José Zahonero. 6.

          Es el momento de acordarnos de otro de los hijos del pueblo que llevaron el nombre de Aldeavieja por todos los rincones de España; se trata de José Zahonero de Robles Díaz; aunque nacido en Ávila, en 1853, sus padres, abuelos, bisabuelos eran de Aldeavieja y así está escrito en los libros parroquiales; estudió Medicina y Derecho en las universidades de Granada y Valladolid; de ideas republicanas y anticlerical, se exilió a Francia cuando se produjo la restauración en el trono de Alfonso XII, en 1874; a su regreso a España fue redactor de varios periódicos y comenzó a escribir novelas y cuentos de claro contenido naturalista; a finales del siglo XIX se reconvierte al catolicismo, mostrándose como un apasionado practicante y público defensor de la religión católica y es entonces, en los cuentos que escribió desde ese momento, y que se publicaban en casi todos los periódicos católicos del país, cuando sus numerosísimas alusiones a la Virgen del Cubillo y al pueblo de Aldeavieja, llevaron estos nombres a todos los rincones de habla hispana.

          El más representativo quizás sea “El santero de la Virgen del Cubillo”, publicado en “La Lectura Dominical” en junio de 1907; la historia, más o menos, es la siguiente:
          Una familia, en Segovia, recibe una visita inesperada…

          Era un viejo, muy viejo, con la cabeza y las barbas blancas como la nieve.
          -Siéntese, hermano, siéntese- dijo mi mujer.
          Los niños cercaron al abuelo para mirarle y remirarle y mirar sus rosarios añosos y el altarcillo o urna portátil hecha de hoja de lata… dentro de la que, y bajo un cristal, veíase, aunque ya borrosa, la imagen de Nuestra Señora del Cubillo, la Virgen de los pastores.
          -Salí esta mañana mesma de la losa – dijo el anciano- y poney que sólo hace dos días que salí del Cubillo… y de Aldivieja. He andao, como aquel que dice, al retortero por toda esa parte del Espinar… y me he cansado un poco de andar; como que ati cuenta que llevo encima sobre mis ochenta años y cuarenta riales, y drentro de na pus haré, Dios mediante, ochentitrés… Para la Virgen de Agosto los haré.
          Ya no tengo las piernas como en denantes… porque hasta cuasi hogaño he segao en toas las siegas… y he venio trabejando lo mesmo en la criadera que en los esquileos, y eso desde que vine de servir al rey… -¡ya ha llovio!- hasta hoy… día de la fecha. He sio pastor, corriendo pa arriba y pa abajo la tierra toa, y como nenguno la conozgo. Ahora ya está uno algo sordo y no puedo dir a la guarda del apacento del ganao, que no oigo la esquila en cuanto que se desaparta un poco de mi la res…¡Cuánto pasé allá en la guerra!... ¿Y de qué me valió?... Antes si salí con vida, a la santa Virgen se lo debo, que siempre me encomendé a Ella… ¡Cuánto he pasao después en esas tierras!... Tantos años al cuido de las ovejas, hasta que no he podío más… Mi mujer tie ya setenta y ocho años, está la probe hecha una carraca… y nos creíamos ella y yo mesmo cuasi a perecer… y si no hubiera sido por la santa Virgen no lo contábamos; pero el señor Capellán reunió la asamblea de pastores hogaño, y como había muerto el probe tío Cirilo, que había quedao de santero, me dieron a mí el empleo… que esto siempre se hace, ¡quien sabe cuántos años! a los pastores viejos cuando están ya inutilizaos pa el trabajo y no encuentran amo que les dé a guardar ni una mala oveja
           A esto de pedir pa la Virgen le decimos aquí quedarse pa la ofrenda. La tuvo tío Melito, bien me acuerdo de él, que yo era chico entonces; después pasó a tío Martín; aluego a Santiago, el de Tejadilla, y a Canuto, y al fin a tío Cirilo, y de este a mis manos. Dios les haya perdonao a toos… como yo les rezo. Soy el pastor más viejo y quié decirse que el más probe de toa la sierra. ¿Qué si saco? Muy dinamente alguna coseja de toas partes… Aldivieja, Brascoelo, Villacastín, Espinar, Balsaín, La Granja y en la mesma ciudá… ¡ahí viene el santero de la ofrenda de la Virgen del Cubillo!... dicen; rezan una salve a Nuestra Señora, echan en el cepillo pa alumbrarle, me dan limosna, me llenan de cuscurros y me regalan con alguna tajadilla y un trago, y Dios nos bendiga a todos…
           Dimos ración y traguejos al santero, estuvo con nosotros hasta el toque de oraciones, y al sonar el Ave María, rezamos ante la santa imagen… y luego el valeroso anciano, recio y lleno de ánimo por la mucha fe que animaba su alma, emprendió de nuevo su camino…
           Los niños despidieron al viejo mandándole besos con sus manos; nosotros, agitando los pañuelos.
           Dejándome profundamente conmovido y preocupado… ¡cuánto aprendí!... Aprendí que nos es muy necesario estudiar las costumbres populares que aún subsisten y que son recuerdos de tiempos mejores… de los tiempos en que la santa Virgen del Cubillo tenía en torno suyo a todos los pastores de la sierra, y en la Virgen ponían su fe, sus amores, sus esperanzas, y de ella esperaban el amparo para la vejez… y la gloria eterna en la vida verdadera.

          Otro de sus relatos, el  titulado “Ciencia profunda de Martica, la Tonta”, también publicado en la misma revista, en 1928, es como sigue:
          En el pueblo de Aldemora (trasunto de Aldeavieja, como veremos más adelante) vive una viuda con sus hijos, que son la alegría de su vida, un día reciben carta de Estrella, una señorita de Madrid, antigua conocida, que se aburre de una vida llena de lujos sin sentido, aturdida con los bailes, las comedias, el visiteo y la loca baraunda de la ciudad. Les anuncia su visita para pasar una temporada con ellos.
          Un día aparece Estrella en su automóvil, siendo alegremente recibida por la familia. A los pocos días decide salir de excursión con los hijos pequeños de la viuda -¿Iremos a la fuentecilla? –preguntó Felipejo-, ¿A Silla Gineta? ¿O a la Boscada?. –A la Boscada, a la Boscada –dijeron.
          Después de reposar entre los árboles, preguntó Estrella -¿A dónde vamos ahora?.
          -Vamos a la ermita de la Virgen –replicó Martica-, que no está muy lejos de aquí, y en esa ermita siempre las muchachas aprendemos algo.
          -Martica –dijo Estrella- yo ya no puedo aprender cosa alguna…
          -Ahora lo aprenderá cuando se lo pida con devoción a la Virgen del Cubillo.

          Entraron en la ermita, y Estrella quedóse admirada al ver la imagen de la Virgen, bellísima como Divina Pastora.
          Su oración y los consejos de los niños serenaron el corazón de la joven Estrella, que comprende cuan vacía ha estado su vida hasta que se ha puesto a los pies de la Virgen del Cubillo, de la Virgen de los pastores, la que hace alegre e inteligente en su sencillez a Martica la tontica.


          José Zahonero murió en Madrid en 1931, dejando otros muchos títulos en los que presentaba al pueblo de sus mayores como escenario o protagonista de muchas otras historias; “Los saltimbanquis”, 1910; “Picuchín o las tres grandezas”, de 1907; “El Acorzonado”,  “El borriquito de Mingorría”, etc…son buena prueba de ello.

2 comentarios:

  1. Existe un error puesto que no se trata de José Zahonero Vivó, valenciano nacido en 1903, sino de José Zahonero de Robles Díaz Gallego, abulense nacido en 1853.

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  2. Existe un error puesto que no se trata de José Zahonero Vivó, valenciano nacido en 1903, sino de José Zahonero de Robles Díaz Gallego, escritor abulense nacido en 1853.

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