Es curioso observar cómo
se van desplazando los centros de poder, riqueza, interés… dentro de una misma
población con el paso de los años.
Esta zona de centros de poder sigue
funcionando como tal, aunque ha perdido parte de la importancia que ha tenido
en años pasados: en la Plaza de la Constitución residían algunas de las
familias más importantes (a nivel económico) de la población, así como la casa
del cura párroco, también en ella vivía el guarda forestal y en ella estaba
también el estanco y, en zona cercana, la casa del médico junto al consultorio
y, en momentos determinados, la botica.
A partir del siglo XIX, el centro de poder económico sufre otro desplazamiento, esta vez hacia la zona de la Calle Segovia y la Calle Angosta. En confluencia con dichas calles se levantó el edificio que se ha venido denominando “de don Juan” por haber sido levantado por don Juan Moreno Esteban, notario de la ciudad de Toledo y emparentado con alguna de las familias del pueblo; cercano a él estaba el actual edificio de la “Casa Rural”, que fue residencia de Jerónimo Cabrero y Andray y de su mujer, Manuela de Andrés Blanco, uno de los mayores terratenientes del municipio; asimismo, cercano, estaba la última farmacia, o botica, oficial del pueblo y dos de los bares del mismo. Curioso es el caso del edificio del Ayuntamiento que, durante unos pocos años, se trasladó a uno de nueva planta en la Carreterilla (hoy Avenida de Ávila), pero desde el que volvió a su antiguo emplazamiento cuando éste fue restaurado por la empresa que ejecutó la autopista Ávila-Villacastín.
Hoy día, esos centros de poder están
más repartidos: la Plaza sigue siendo el enclave del poder político, y allí
sigue la iglesia; ya no hay vivienda para el médico, ni para el maestro, ni
para el cura, ni el boticario, ni el veterinario; no hay cuartelillo de la
Guardia Civil y los centros económicos, familias con un poder económico
superior al normal, se encuentran desperdigados por todo el caso urbano.