30 de septiembre de 2021

La Abadía de Párraces. I

 

Todos conocemos la existencia del monasterio de Santa María de Párraces y que hubo una relación de dependencia entre el mismo y nuestro pueblo de Aldeavieja; pero pocos conocen, en la realidad, en qué consistió esta dependencia y cuáles fueron sus relaciones; cuántas mentiras hay en lo que se ha dicho y cuántas verdades.


La abadía en 1923

La “tradición” cuenta que el monasterio fue fundado en el año 1006 por Blasco Galindo y su esposa Catalina de Guzmán junto a un castillo de su propiedad que ya existía y ambas propiedades fueron donadas a la diócesis de Segovia a condición de ser enterrados en la abadía a su muerte; hay que señalar lo brumoso y extraño de esta fundación ya que, en esa fecha, estas tierras estaban o bajo el dominio musulmán o en la llamada “tierra de nadie”, una franja fronteriza asolada regularmente por unos u otros y en la que resulta extraño se edificase un castillo y más un monasterio; hasta 1110 no se reconquista definitivamente la zona y no se reanudan los nombramientos episcopales, luego mal se podía donar nada a quien aún no existía.

Es en el año 1186, cuando el Maestro Navarro solicita al obispado de Segovia que le sea otorgado el monasterio a la orden de San Agustín, se le concede y desde ese momento empieza a ser habitado por monjes agustinos.

Es curioso que la Orden de los agustinos se cree en Roma en el año 1243; unos sesenta años más tarde que la concesión del monasterio a la misma ¿extraño, no?, pero sigamos.

A partir de entonces la abadía adquirió prestigio y donaciones tanto en especias y dineros como en tierras de poblaciones cercanas. Llegó a estar habitado por más de 50 monjes y a ser considerado uno de los señoríos de abadengo más importantes de Castilla.

Vamos a transcribir parte de un manuscrito del siglo XVII, específicamente de 1646 titulado “Razón del origen y antigüedad de la iglesia de Santa María de Párraces y su Abadía” y en el que se nos cuenta, cómo llego Aldeavieja a pertenecer a los monjes de Párraces.

Por la devoción de la santa imagen y por la vida tan ejemplar que en su iglesia hacían los dichos canónigos, se movieron muchos fieles de aquella comarca a darles muchos bienes, tierras y heredades, ansi en vida como en muerte, de manera que en breve tiempo vinieron los canónigos reglares de Nuestra Señora de Párraces a tener en contorno de su casa muchos bienes y raíces de mucho provecho y utilidad, y parece que los dichos canónigos viéndose en su casa, con la comodidad de bienes temporales referidos, para mejor llevar adelante la vida regular que habían comenzado, disputaron dos lugares y partes para granja y recreación suya, donde pudiesen tomar alivio corporal a los tiempos debidos, y estos fueron en Muñopedro y Aldeavieja, donde tenían para ello comodidad, por las tierras y heredades que allí tenían, y en cada una de estas dos partes hicieron y edificaron una ermita, donde pudiesen decir misa el tiempo que estuviesen en granja, y juntamente edificaron en las caserías que había en estas dos partes, una casa en cada parte para vivienda y morada suya, y estas dichas dos ermitas fueron las primeras que se edificaron en término de la parroquial de Párraces, y fueron edificadas por los canónigos por la razón de tener donde decir misa, cuando allí estaban en granja, y no se edificaron por causa de los parroquianos de Párraces que vivían en las caserías que había en las dichas dos partes o lugares, y de aquí se entenderá no tener fundamento lo que se dice en aquella Abadía, que los canónigos de Párraces vivieron primero en Aldeavieja, y después en Muñopedro, y luego en Párraces, pues de lo dicho arriba consta haber sido Párraces primero, y estando en él y morando allí los canónigos erigieron las dichas ermitas por razón de tener allí sus granjas, y viéndoles estar algún tiempo en estas dos partes, fue de ello pasando la voz y tradición de padres a hijos, componiendo los últimos haber allí vivido primero en Párraces los canónigos, lo cual procuró probar Aldeavieja en el pleito del Noveno, aunque sin fundamento, y el lugar de Muñopedro goza hoy día la preeminencia de más antiguo lugar de los de la Abadía, por la razón de haberse su iglesia edificado antes que las de los otros lugares.”


Párraces en 1931

 

Ya hemos comentado en otras ocasiones cómo fue la fundación de Aldeavieja, realizada por gentes que vinieron de Cardeña y que el pueblo se edificó alrededor de la iglesia de San Cristóbal, levantada entre los siglos XI y XII, esto es, antes o a la vez que el monasterio de Párraces y no por los monjes agustinos sino por los habitantes del pueblo. Sí es cierto que los monjes tenían bastantes propiedades en el pueblo y que, en un momento dado, quizás prometiendo hacerse cargo del mantenimiento de la parroquia o por autoproclamarse como titulares de la misma (cómo hace hoy en día la Iglesia Católica con propiedades por toda España, como la mezquita-catedral de Córdoba) terminaron por legalizar una propiedad más que dudosa, no importándoles efectuar algunos cambios en la historia en una época en la que lo escrito era la verdad y la ignorancia de las gentes, en una sociedad en la que casi nadie sabía leer y escribir, impedía saber qué era o no era verdad.

Ahora os invito a mirar el mapa de aquí debajo; se trata de la ubicación de la Abadía de Párraces y de los pueblos que dependían eclesiásticamente de ella; como veis, todos están alrededor del monasterio, todos menos uno: Aldeavieja. ¿No tendrían razón aquellos vecinos que pensaban que lo primero que hicieron los monjes fue ir a Aldeavieja, luego a Muñopedro y que luego acabaron en Párraces?, Pensadlo un momento.



18 de septiembre de 2021

A Aldeavieja en diligencia.

 

          Estamos en 1882, en nuestro país asistimos a los últimos años del reinado de Alfonso XII; España está empezando, una vez más, a modernizarse, intentando colocarse a la par que los otros países europeos; va a ser difícil, todos sabemos que esa carrera va a durar más de cien años, pero en ese momento no se ve así; hay un ambiente de optimismo, el comercio con Europa va viento en popa, señalar que Francia nos compraba toda la producción de vino que se realizaba, creando las grandes fortunas de los Osborne, Domecq, etc…; en Bilbao se levantan las primeros grandes fundiciones que darán lugar a los Altos Hornos de Vizcaya, en fin, parece que queremos despertarnos una vez más y, dentro de ese marco, están las comunicaciones, el transporte, tanto de mercancías como de personas y ahí aparece nuestro pueblo una vez más.



          Como se aprecia en el mapa que aparece arriba, las comunicaciones entre las capitales más próximas: Segovia y Ávila, ambas importantes para la vida de nuestros antepasados, pues de ambas dependía (en el pasado y en el presente) la administración de Aldeavieja, no seguían los mismos pasos que ahora; la carretera N.110 no existía y para ir a Segovia había que realizar un extraño rodeo que nos llevaba, desde Villacastín, a El Espinar, San Rafael, Ontoria, etc. En el periódico “La Tempestad”, de Segovia, apareció, el 5 de noviembre de 1882, este anuncio:



 

SERVICIO DE DILIGENCIAS

DE SEGOVIA  A ÁVILA Y VICE-VERSA

Esta empresa, deseando evitar a los señores viajeros las molestias que sufren en las estaciones con motivo del retraso de los coches, dispondrá, desde el día 8 del actual, un servicio alternado de diligencias, que, partiendo de esta ciudad y pasando por Venta del Espinar, Navas de San Antonio, Villacastín y Aldeavieja, puedan llegar a Ávila a las nueve horas de su salida de Segovia.

PRECIOS

DE SEGOVIA A ONTORIA                                                  4 Reales

                              RIOFRÍO                                         6

                              SANTA LUCÍA                              8

                              OTERO DE HERREROS              12

                              CASA DE PRAOS                        16

                              VENTA DEL ESPINAR               20

                              NAVAS DE SAN ANTONIO       26

                              VILLACASTÍN                            28

                               ALDEAVIEJA                             30

                              MEDIANA                                    34

                              ÁVILA                                          40

HORAS DE SALIDA: De Segovia, a las siete de la mañana.

                     De Ávila, a la misma hora.

ADMINISTRACIONES: En Segovia, plaza Mayor, 37.

                                                 En Ávila, Parador de San Antonio.

Segovia, 4 de Noviembre de 1882. JOSÉ BENIGNO Y COMPAÑÍA.




¿Os imagináis, hoy en día, que se tardara de Segovia a Aldeavieja la friolera de siete u ocho horas?

11 de septiembre de 2021

Personajes de la historia de Aldeavieja: Gregorio Perlado Sacristán

 

Hoy os voy a contar la historia de uno de los hombres que, en su momento, más hizo por el adelanto de Aldeavieja y que consiguió, gracias a sus artículos, poner el nombre del pueblo en el lugar que le correspondía en su época; la mayoría de vosotros no le conoceréis, ni habréis oído hablar de él, pero no importa, eso pasa con muchos grandes hombres que son o han sido; me es un personaje muy querido pues, además de las cosas que hizo en su no demasiado larga vida, fue, también, mi bisabuelo, se trata de Gregorio Perlado Sacristán, y os lo intentaré mostrar en las siguientes líneas.

Gregorio nació en Segovia el 12 de marzo de 1856, en la calle Cabritería (una callejuela corta y estrecha a espaldas de la Plaza Mayor), su padre, Patricio Perlado Tarragato, regentaba una abacería (algo parecido a lo que hoy sería una pequeña tienda de comestibles, vamos lo más cercano a un “chino” que existía entonces; lo mismo despachaba un kilo de garbanzos, que un litro de aceite o unos arenques ahumados o te refrescabas con un vaso de tinto); tendrá tres hermanos que le sobrevivirán: Atanasio, dos años menor, Victoriana, diez y Mariano trece.

A los 16 años acaba sus estudios de bachiller y marcha a Madrid, a la Universidad Central para estudiar la carrera de Farmacia; como no anda muy sobrado de dinero, se ayuda ejerciendo el oficio de practicante en la Beneficencia madrileña, mientras que, cuando regresa a Segovia por vacaciones, ejerce de secretario en el Ateneo Escolar del Instituto Provincial; como vemos es un muchacho trabajador y que le gusta estar ocupado, curioso de todas las cosas, todo le gusta, todo lo estudia y de todo entiende un poco, esto le servirá de mucho en los años venideros.

En 1880, a los veinticuatro años, el 30 de junio, se gradúa como farmacéutico y comienza la búsqueda de un lugar para trabajar, mientras tanto ha conocido a una muchacha de la buena sociedad segoviana, hija de uno de los concejales del Ayuntamiento y que, con el tiempo, llegará a teniente-alcalde: Manuel Frege; la joven, Adelaida, es cuatro años mayor que él, lo cual no impide que intimen y se complementen a la perfección; cinco años más tarde, Gregorio ocupa la vacante que se ha producido en la farmacia de Aldeavieja y allí se marcha con la que ahora ya es su mujer, pues ese mismo año, al encontrar por fin un lugar a su gusto, la ha pedido en matrimonio y lo han efectuado en la segoviana iglesia de San Millán.

Los primeros años son de consolidación en el puesto y en el lugar; Gregorio es un hombre abierto y pronto se siente como en casa en compañía de las fuerzas vivas de la localidad: el médico, el cura, el alcalde… su primera vivienda, donde tiene la botica, está situada en la calle Ancha, en el número 2. Su familia pronto se amplía, tres niños: Ciriaco, Vitorina y el pequeño Gregorio, que fallecerá pronto, a los cinco años y medio y también fallecerá su padre, a los 64 años.

Es en 1891 cuando empieza su vida pública, tanto en su profesión como en su faceta como escritor y divulgador. Está suscrito a varias publicaciones profesionales, entre ellas “La Farmacia Moderna” y es en sus páginas en las que publica “Las Igualas en Farmacia” como un paso adelante para defender la profesión que malvive en las zonas rurales, siempre en peligro por el intrusismo o la mala praxis de colegas que “pescan en río revuelto”; asimismo, como segoviano que lleva a su ciudad en la sangre, escribe un “Almanaque y Efemérides Segovianas para 1896”, que dona al Ayuntamiento de la ciudad y que, ante el poco caso que hacen de ella, publicará por entregas en las páginas del “Diario de Avisos de Segovia”, primer periódico de la ciudad y antecedente de “El Adelantado”.

Es por estos años en los que se convierte en colaborador del "Diario Médico Farmacéutico" y, también, en redactor de “El Amigo del Pueblo”, semanario que se autodenomina “católico-tradicionalista” y en él, como corresponsal en Aldeavieja, se dedica a relatar las pequeñas cosas que ocurren: colocación de las nuevas campanas en la iglesia parroquial, estado y situación de las cosechas así como su precio en el mercado de Ávila, previsión del tiempo climatológico y, también, una serie de recetas caseras para la elaboración de licores con diferentes hierbas de la zona, así como sus utilidades y virtudes.

Hemos de hacer constar que Gregorio es un “hombre de orden”, como se decía entonces; católico y profundamente religioso, practicante y que, aunque ve las cosas desde un prisma conservador, en sus escritos se ve su evolución hacia un liberalismo moderado que le aleja del carlismo primitivo desde el que comienza su andadura.

Así, en 1899, cuando el siglo va tocando a su fin y el país sale de un sueño para verse tal y como es: una potencia de segundo orden que poco cuenta en la política internacional, cuando creía que todavía era un imperio, con sus colonias americanas y asiáticas. La guerra de 1898, contra los Estados Unidos, les quita la venda y les hace preocuparse de cosas más terrenas y más cercanas.

Este año, el convento del Corpus Christi, de Segovia, antigua sinagoga, es víctima de un tremendo incendio, tras el que sólo quedan las paredes desnudas; nuestro hombre, a través de la páginas del “Diario de Avisos” inicia una colecta, entre todos los lectores, para ayudar a su recuperación; en septiembre del mismo año, publica un extenso artículo describiendo la Romería de la Virgen del Cubillo, así como comienza a dar las primeras entregas de una serie describiendo los meses del año, con sus características climatológicas, sus anécdotas, el origen de su nombre, etc…

Termina el siglo y Gregorio continúa y da fin a la serie indicada anteriormente; lanza otro artículo sobre el origen de la festividad del Corpus Christi y relata, con pluma ágil y detallista, la visita pastoral del obispo de Segovia a nuestro pueblo.

Profesionalmente participa en las labores de la Junta de Farmacéuticos de Ávila y en ella da lectura a un escrito/memoria sobre “Las Igualas en Farmacia”, que da mucho que hablar en la profesión y, enseguida, encuentra numerosos seguidores.

Entramos en el nuevo siglo y el corresponsal en Aldeavieja da cuenta de la creación de una “Escuela para Adultos” y poco después nos relata la “Boda de Justo Muñoz García con la señorita Fernanda Gordo Moreno”; más tarde considera la necesidad de crear una sepultura digna para Andrés Laguna, segoviano ilustre y médico de cabecera que fue del emperador Carlos V. Es la época de las exposiciones y, como no, en Segovia también se celebró una; Gregorio que, ante todo, no olvida su procedencia, gana una medalla de plata en ella gracias a una de sus creaciones farmacéuticas: el “ungüento vejigatorio para veterinaria”.

En 1902 aparece en el “Diario de Avisos” una extensa relación sobre los resultados de los exámenes escolares en Aldeavieja.

En 1903, expone un detallado trabajo sobre la necesidad de la creación y puesta en marcha de una línea de coches-correo entre Ávila y Segovia; participando, además, en el Congreso Agrícola Provincial en representación de Aldeavieja.

Así continua los años siguientes, alternando sus escritos profesionales, que le llevan a representar a los farmacéuticos abulenses en la Asamblea Nacional de 1909, como a seguir narrando las curiosidades que acontecen en su pueblo de adopción: la creación de una, malograda, liga anti-tabaco o el impulso que llevó a la población a interesarse por un eclipse solar.

Mientras, su vida continúa, su hijo mayor Ciriaco consigue la Licenciatura de Farmacia y se prepara a seguir los pasos de su padre (será el último boticario oficial de la zona); recibe con alegría el viaje exploratorio que estudia la creación del coche-correo tan anhelado por él y cuando todo le sonríe y parece que todo va a ser tal y como él ha esperado y por lo que ha trabajado, fallece, a los 55 años, un trece de enero, de una hemorragia cerebral en su domicilio de Aldeavieja de la calle Segovia, nº 27.

Su mujer, Adelaida, no le sobrevivió mucho, el ocho de julio del mismo año fallecía y ambos fueron enterrados en el cementerio del pueblo que los acogió y en el que criaron a sus hijos y desarrollaron su vida.