25 de abril de 2022

El Agua.4: Los arroyos del sur

 


Los arroyos del sur

     Ahora nos vamos a ocupar de los arroyos que están más en la parte sur del municipio; primero los que están en el lado norte de la sierra.

     Uno de los más importantes, pues es el que riega (o regaba) el Valle es el arroyo de la Fuente del Espino, del que ya hicimos un relato especial y monográfico en nuestra entrada del 6 de marzo de 2020; sólo decir de él que nace en el mismo Valle, muy cerca del camino de arriba de la Virgen y acaba poco antes de la linde con Villacastín al unirse al arroyo del Marqués a la altura de la Peña Horcada.


La Fuente de La Jarrera

     Desde el puerto de la Cruz de Hierro baja un regato que, según a qué vertiente se dirige, recibe un nombre u otro, si va hacia el sur, hacia la llanura del campo Azálvaro para regar sus praderas y alimentar al río Voltoya, recibe el nombre de Jatillo, pero si cae hacia la vertiente norte, recibe el nombre de Castaño o Castañar y bajando por Majaljoyo hacia la Jarrera viene a unirse, poco más abajo, con el arroyo Marqués.

     Este último recorre prados y cañadas, cruza el camino de arriba del Cubillo y después de bordear El Valle, penetra en él cruza el camino de abajo y no se detiene sino para recoger los arroyos antes dichos y desembocar en el Cardeña, ya en el municipio de Villacastín.

     Finalmente, el Asperón, que nace junto al cerro del mismo nombre, desciende por una estrecha cañada y pasando muy cerca de la fuente del santuario de la Virgen del Cubillo, se desliza por la llanura hasta acabar, él también, en el Cardeña; esta cercanía al santuario, le lleva a recibir, también, el nombre de arroyo del Cubillo.

     En la Jarrera tenemos una de las fuentes o manantiales más importantes del pueblo, tanto es así que hoy es la que contribuye con más caudal al consumo de agua potable de Aldeavieja, a través de un largo sistema de canalización. La Jarrera, todos la conocemos, está rodeada de prados y, hace años, regaba los pequeños huertos que por allí se trabajaban; un agua pura y fría que los pastores cuidaban y protegían.

     En la cuesta de Matancavera, en el camino del Cubillo, hace años había otra fuente en medio de la pendiente; hoy sólo su recuerdo y algunos puntos de humedad son testigos de su antigua existencia.


La Fuente Grande, junto al arroyo Asperón

     Otra de las fuentes que existen, ésta sobre el arroyo del Asperón, es la llamada Fuente Grande, con su pequeño pilón y, como no, la famosa fuente del Cubillo, junto a la ermita y, también, la fuente de Las Majás, junto a la zona de los Toriles.

     Y, ahora, dando un salto en la distancia, vamos al lejano sur, pasado el puerto de La Lancha, a esa parte del municipio que linda con Navalperal, casi desconocido; por allí pasa el río Tuerto, llamado así por nacer cerca del cerro de El Tuerto y que cruzando el puerto citado va a acrecentar al Voltoya; y también los arroyos de Vallehortúm, que nace cerca del antiguo caserío de Casasola y el de la Tijera, que lo hace junto al Risco de la Tijera, ambos van a desembocar en el Tuerto.


El Campo Azálvaro

     Y con esto acabamos esta serie sobre el Agua, así, con mayúscula.

19 de abril de 2022

El Agua. 3: los arroyos del norte

 


Situación  de los arroyos del norte

     En el corazón del pueblo nace otro arroyo: el del Barranco; en sus comienzos nacía de las aguas sobrantes de los pilones que estaban en la plaza y de la recogida de las aguas pluviales que bajaban en torrentera desde la parte alta del pueblo; después seguía en dirección a Blascoeles, casi en paralelo con el camino que hacía allí se dirigía; a su paso se abrieron huertas y se regaron prados (algunos de los mejores) y después, serpenteando entre hondonadas y cerretes iba a terminar en el Cardeña; recuerdo que, de niño, existía sobre él, en la calle que bajaba de la carretera del campo un puentecillo que lo salvaba, justo donde acababan las eras; hoy día, aparte de alimentarse de lo que desagua el pilón de los Cuatro Caños, se acrecienta con el pilón del Rancho y con las aguas residuales del pueblo que van a desembocar en él.


El arroyo del Barranco y el pilón del Rancho.

     A este mismo lado del pueblo, existen cuatro arroyos que recogen las aguas que se filtran desde la sierra; el primero es el arroyo o colada de Valdelavilla o Valdecubilla, que por los dos nombre es conocido, y que va a desembocar al Cardeña por el paraje de El Molinillo; este caudal, por la zona de Las Rozas recoge las aguas que trae el arroyo del mismo nombre.

     A la derecha de éstos, y desde Valdecedazo, corre el arroyo Endrinalejo que vierte en el Cardeña también.

     Y, por último, ya muy cerca de la cotera de Villacastín están los arroyos de Valdeherreros y Prado Sordo que, rodeando la Peña Descansadera, se juntan formando el Valdelaloba que va a cruzar la Fresneda, ya en Villacastín y, regándola, va a aumentar el caudal del Cardeña.

     Hay que hacer constar que estos arroyos son estacionales, por lo que en verano no son más que una mancha de humedad que se advierten por el mayor verdor de las plantas y arbustos que los acompañan.


Fuente de La Marquesa

     Cómo no acordarnos de la fuente de La Marquesa, en el Arroyal, que se alimenta directamente de las escorrentías del monte Pelado; siempre se dijo que era una de las aguas más frescas del municipio y aún, hoy en día, deja salir un buen chorro en el pilón, medio en ruinas, que se levantó para recogerlas.

     Cuando se volvía de cazar o de recoger retamas en las laderas de la sierra en los días de verano era un placer de dioses echarse sobre la verde pradera que rodeaba el manantial y, después de limpiar y aclarar un poco el pocillo, que ya se cuidaban los pastores de que estuviese limpio para su uso, refrescar la cara y apagar la sed y el calor con aquella bendición que surgía de la tierra.


Uno de los arroyos del norte

     Un poco más al noroeste, en Cabeza Gonzalo, en el lado sur de la carretera N-110, existía otro manantial: el de Meamulos, que hoy día sólo se puede adivinar en los meses húmedos en que su agua alimenta las cunetas de los caminos de la zona.

6 de abril de 2022

El Agua. 2: Los ríos Cardeña y Voltoya

 

     Otro de los ríos que cruzan el municipio es el Cardeña. Realmente apenas roza el término municipal, pero por motivos históricos y de cercanía es muy nuestro.


Curso del río Cardeña

     El Cardeña nace en la sierra de Villacastín, en el borde oeste del Campo Azálvaro, a los pies de Peña Morena y va discurriendo siempre muy cercano a los límites de Aldeavieja, paralelo a sus lindes; hoy día, como nuestro Tijera, discurre junto a una cantera que aprovecha sus menguadas aguas hasta casi la extenuación, menos mal que va recibiendo aguas de los múltiples arroyuelos que bajan de la sierra, el Sabuco, el del Marqués, del Asperón, el mismo Tijera y corre por el borde occidental de La Fresneda en donde, en tiempos, servía de fuente motriz para diversos molinos construídos en sus orillas: el de la Tía Herradora, el de La Balsa y alguna más sin nombre.


Molino de La Balsa

     El molino de La Balsa, junto al camino que conducía a Villacastín, estuvo, durante muchos años, servido por nuestro vecino Faustino (Faustino el molinero), que después levantaría uno propio en las traseras de su casa y junto a uno de los bares con más solera del pueblo que, además, es el único que subsiste.

Uno de los puentes sobre el Cardeña junto a La Fresneda

     Después, siempre en el término de Villacastín, hace un giro de 90º a la izquierda, justo cuando recibe las aguas del Tijera y, un poco más adelante, roza el término de Aldeavieja para entrar plenamente en el de Blascoeles; se podría decir que, hoy día, con la unión de ambos municipios en uno solo, ya es un poco más nuestro, y así se ha considerado siempre.

     Y los cangrejos… ¿nunca habéis ido, por la noche, con los reteles, a coger esos cangrejos negros, de hermosas pinzas? Y, al día siguiente, con la paella, o al ajillo, rojos y sabrosos como ellos solos; eso, ya, pasó a la historia; en verano, si no está completamente seco, poco le falta… y aquellos pececillos fritos…

Vista aérea de las ruinas de San Miguel de Cardeña, abajo el río

     Estamos en las llamadas Laderas del Cardeña, allí el río se desliza por una planicie y, en primavera, se ensancha inundando las praderas limítrofes; en estas laderas y junto a este río nació Aldeavieja y nació Blascoeles; aquí se levantaron las primeras casas de nuestros antepasados y, como símbolo, quedan aún los restos (cada vez menos) de la iglesia de San Miguel de Cardeña, del siglo XII, al sur de las aguas, al pie de las cárcavas rojas de crean un paisaje bello e imposible.

Ruinas de San Miguel de Cardeña

     El Cardeña, en esa época, era llamado río Viejas y de ahí, de ese apelativo, nació el nombre de nuestro pueblo: Aldea Vieja, así, separado; la aldea que nació junto al Viejas; allí, al pie de la iglesia, en la pequeña llanura junto al río, se celebraban, hasta finales del siglo XVIII las fiestas y la romería de San Miguel, patrón de nuestros antepasados; luego se abandonó, ya como ermita, hasta que fue desmantelada y vaciada y sus piedras se utilizaron para crear cercas; hoy sólo queda (¿y por cuánto tiempo?) parte del ábside, semicircular, y los cimientos de las paredes, poco más.

     Ya falta poco, unos kilómetros más y el Cardeña  muere entregando sus aguas al río Voltoya, de él nos vamos a ocupar ahora.


Curso del río Voltoya, en azul

     El río Voltoya nace en la sierra de Guadarrama, a los pies de Cabeza Renales, en el término de El Espinar, va encajonado por montes y cerros hasta que se abre a la llanura del Campo Azálvaro, ya en tierras de Villacastín; una vez allí cruza la Cañada Leonesa pasando bajo el Puente de las Merinas, obra medieval levantada por La Mesta para controlar el paso del ganado y más adelante, pero ya en el término de Aldeavieja, otro puente por el que discurre la carretera AV-501.


El puente de Las Merinas, sobre el Voltoya

     Es muy poco, apenas dos kilómetros, la distancia que recorre el Voltoya en tierras aldeaviejanas; y, enseguida, se convierte en un pantano, el de Serones, que sirve a Ávila capital y que se ha convertido en lugar de paso a múltiples tipos de aves: patos, cigüeñas, garzas… también se ven saltas peces enormes que sirven de alimento a estas aves y que dan vida y alegría a estas aguas. También, a sus orillas, vienen a calmar su sed las vacas del cercano caserío del Alamillo, en el que tantos paisanos del pueblo han trabajado.


El puente romano en Calicanto

     Después del pantano discurre rápido entre rocas, pero su caudal es mínimo y si el tiempo ha sido seco, muy poco agua lleva cuando llega a la zona de Calicanto, donde el puente romano; allí, en tiempos, había grandes y profundas pozas donde se podía nadar un poco y bañarse un mucho… y se veían veloces barbos zigzaguear entre los juncos y podías tomar un buen conejo al ajillo con unas frías cervezas en el bar que había arriba, junto a la carretera, servido por un paisano de Ojos Albos, uno de los Garzón.


Lo que queda del bar de Calicanto

     Hablando del puente romano y del trozo de calzada que se conservaba con él hay que lamentarse que con las obras de construcción de los viaductos de la autopista AP-51 se destrozaran hasta casi hacerla desaparecer, aunque se haya arreglado (mal) el puente, que era una hermosa ruina.


El Voltoya aguas abajo de Calicanto

     Eran otras épocas, ahora, el río, breve y tranquilo se va deslizando durante muchos kilómetros, recogiendo las menguadas aguas que otros arroyos le van cediendo hasta llegar a la Urbanización de Puenteviejo, que hace años se llamaba La Ponderosa (como aquel rancho de la serie de TV “Bonanza”), allí unas piscinas se sirven de sus aguas para solaz de los veraneantes; muchos kilómetros más pasa por Juarros del Voltoya y después de más recorrido va a morir en las afueras de Coca aumentando las aguas del río Eresma que viene de Segovia.