19 de abril de 2022

El Agua. 3: los arroyos del norte

 


Situación  de los arroyos del norte

     En el corazón del pueblo nace otro arroyo: el del Barranco; en sus comienzos nacía de las aguas sobrantes de los pilones que estaban en la plaza y de la recogida de las aguas pluviales que bajaban en torrentera desde la parte alta del pueblo; después seguía en dirección a Blascoeles, casi en paralelo con el camino que hacía allí se dirigía; a su paso se abrieron huertas y se regaron prados (algunos de los mejores) y después, serpenteando entre hondonadas y cerretes iba a terminar en el Cardeña; recuerdo que, de niño, existía sobre él, en la calle que bajaba de la carretera del campo un puentecillo que lo salvaba, justo donde acababan las eras; hoy día, aparte de alimentarse de lo que desagua el pilón de los Cuatro Caños, se acrecienta con el pilón del Rancho y con las aguas residuales del pueblo que van a desembocar en él.


El arroyo del Barranco y el pilón del Rancho.

     A este mismo lado del pueblo, existen cuatro arroyos que recogen las aguas que se filtran desde la sierra; el primero es el arroyo o colada de Valdelavilla o Valdecubilla, que por los dos nombre es conocido, y que va a desembocar al Cardeña por el paraje de El Molinillo; este caudal, por la zona de Las Rozas recoge las aguas que trae el arroyo del mismo nombre.

     A la derecha de éstos, y desde Valdecedazo, corre el arroyo Endrinalejo que vierte en el Cardeña también.

     Y, por último, ya muy cerca de la cotera de Villacastín están los arroyos de Valdeherreros y Prado Sordo que, rodeando la Peña Descansadera, se juntan formando el Valdelaloba que va a cruzar la Fresneda, ya en Villacastín y, regándola, va a aumentar el caudal del Cardeña.

     Hay que hacer constar que estos arroyos son estacionales, por lo que en verano no son más que una mancha de humedad que se advierten por el mayor verdor de las plantas y arbustos que los acompañan.


Fuente de La Marquesa

     Cómo no acordarnos de la fuente de La Marquesa, en el Arroyal, que se alimenta directamente de las escorrentías del monte Pelado; siempre se dijo que era una de las aguas más frescas del municipio y aún, hoy en día, deja salir un buen chorro en el pilón, medio en ruinas, que se levantó para recogerlas.

     Cuando se volvía de cazar o de recoger retamas en las laderas de la sierra en los días de verano era un placer de dioses echarse sobre la verde pradera que rodeaba el manantial y, después de limpiar y aclarar un poco el pocillo, que ya se cuidaban los pastores de que estuviese limpio para su uso, refrescar la cara y apagar la sed y el calor con aquella bendición que surgía de la tierra.


Uno de los arroyos del norte

     Un poco más al noroeste, en Cabeza Gonzalo, en el lado sur de la carretera N-110, existía otro manantial: el de Meamulos, que hoy día sólo se puede adivinar en los meses húmedos en que su agua alimenta las cunetas de los caminos de la zona.

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