22 de enero de 2025

CAPERUCITA Y EL LOBO

 

CAPERUCITA Y EL LOBO


     -¿Y si la Caperucita se hubiese comido al lobo?

     Confieso que me lo he preguntado miles de veces, desde muy pequeño; la realidad es que Caperucita nunca me ha caído bien, se parece demasiado a esas niñas buenas que sirven de ejemplo en los libros de texto para infantes en fase de idiotización. Es por eso que he dado miles de vueltas a este asunto, cavilando sobre una posible confusión del narrador. El lobo parece un animal educado e indefenso, no entra en las casas sin llamar primero, se presta a conversaciones idiotas con niñitas repelentes, de verdad que su paciencia me ha asombrado cantidad de veces, y siempre he llegado a la conclusión de que un personaje así, educado, simple, buen dialogante, es imposible que cometa un acto tan absurdo como el de intentar comerse a Caperucita; darla un curso sobre convivencia humana, o regalarla un libro sobre “Cómo entablar una conversación”, pase, pero comérsela así, cruda y con un absurdo caperuzón rojo me parece un disparate tal como si Shakespeare hubiese escrito “Una noche de strip-tease”; para mí que el autor de la Caperucita, debía de ser un individuo lleno de complejos infantiles o una repulsiva niñita perteneciente a la Hijas de María.

     Porque ¿a quien le cabe en la cabeza que un lobo hecho y derecho y que además habla, vaya por ahí dedicándose a cautivar jóvenes impúberes con ánimo gastronómico? ¡Vamos ya! Si hay por ahí sueltas unas lobas de no te menees, y las ovejas cada año se presentan más rollizas y más apetitosas, no puedo creer que el gusto de un lobo degenere hasta tal punto que no le importe cambiar un menú de pierna de cordero adobada con jamoncitos de cochinillo por el lomo enteco y blancuzco de una parvularia.

     Además, un lobo que sabe hablar... ¡Pues no tiene futuro ni nada! Hoy en día ese número en los circos está escasísimo, y la gente se pirría por los lobos habladores; y si no, sólo tiene que dar un ciclo de conferencias por los Colegios Mayores, he visto a sesudos universitarios quedarse lelos por mucho menos.

     ¡Comerse a Caperucita! ¡Pero que idea más ridícula!

     Es precisamente a Caperucita a quien señalo con  mi dedo acusador, o ¿es que es tan tonta como para confundir a un lobo con su abuelita? ¿Es que no sabía que las abuelitas no tienen el morro negro y húmedo, o es que su abuelita pertenecía a una raza pariente de la cánida? Si esto se consigue demostrar, la idea de que Caperucita se comió al lobo y luego fue contando por ahí un rollo macabeo puede empezar a tomar forma.

12 de enero de 2025

O

 


 

     Si la o no existiese, ¿qué podría pasar?. Esta pregunta ha invadido mi mente en los últimos siete años y aún no he encontrado una respuesta satisfactoria. Si la o desapareciese...

     He hablado del tema con lingüistas de fama internacional, pero todos ellos me han tomado por loco, me han explicado que una desaparición tal es científicamente imposible, que las letras no desaparecen porque son un producto vital para la comunicación humana, que las vocales, entre las que se encuentra la o, proceden y preceden a todo conocimiento humano, que su desaparición sería algo así como la desaparición de la vida, que lo mejor que podía hacer era dedicarme a componer versos y que dejara de preocuparme de esas cosas absurdas.

     No sé, puede que tengan razón, que no haya por qué preocuparme, pero hay un algo que me dice que la o es un elemento llamado a una próxima desaparición, que la o será algún día algo así como un dinosaurio, un ser monstruoso, sólo existente en épocas pretéritas y del que sólo se tiene memoria a través de elementos dispares e incompletos.

     Y, la verdad, me asusta un poco que la o pueda desaparecer un día, la o es bonita, es un poco como el “Huevo de Colón”, pero en un sentido más elegante, el mismo Colón no habría existido si no fuera por la o, ¿se imaginan ustedes?, el descubridor de América se llamaría Calán, Celén, Culún, Cilín, o una de sus múltiples variaciones, y ya todo dejaría de ser lo mismo, América dejaría de tener ese encanto que Colón le ha dado por el simple hecho de tener dos oes en su nombre.

     Y el mundo, ya no existiría el mundo, sería el munda, el munde, el mundi, el mundu, dejaríamos de vivir en este maravilloso planeta, el mundo no sería y la redondez de la tierra se convertiría en una u abierta por donde podría escaparse todo el agua de que se alimentan nuestros océanos. Sólo el pensarlo me pone los pelos de punta; y así, ¿cómo voy a dejar de pensar en un asunto que compromete nuestra seguridad, nuestra propia vida? Yo creo que las naciones debieran dedicar parte de sus presupuestos nacionales al problema de la desaparición de la o, pues la o es una cosa frágil, un algo débil, ¿se dan cuenta? Una simple goma de borrar puede dar al traste con los sueños que hemos elaborado durante siglos los hombres, una simple goma de borrar...

     Nuestro cuerpo sin la o sería un ser monstruoso, inacabado, los hombres huiríamos los unos de los otros llenos de un temor ciertamente comprensible, como cuando nos hallamos ante un fenómeno de la naturaleza: un caballo con cabeza de mosca, un río corriendo hacia arriba, un árbol sin tronco... ¿se imaginan?

     Es algo de lo que no debemos descuidarnos, en cualquier momento la o puede desaparecer.

     No, no lo tomen a broma, ¿se han dado cuenta alguna vez de las veces que durante el día utilizamos la letra o?, ¿cuántas veces en una hora?, ¿en un minuto?.

     Yo ya escribí al departamento correspondiente del Ministerio de Cultura, pero aún estoy esperando la respuesta; no sé qué pensar de nuestro futuro cuando veo en qué manos de irresponsables está confiado el gobierno y la seguridad de nuestro pueblo, porque t d  puede suceder, t d  es p sible, y nunca p dem s estar segur s de que alg  tan vital c m  la letra   pueda estar siempre junt  a n s  tr  s. N  seríam  s h mbres, n  estaríam s  viv s, ls hijs n existirían, ls puebls desaparecerían, el vin, el amr, el di, las flres, Dis, td...

3 de enero de 2025

EL PRIMER HOMBRE NEGRO (Investigación imaginativa; o sea: CUENTO)

 

EL PRIMER HOMBRE NEGRO.

 

     ¿Cuál fue el primer hombre negro? He aquí un enigma para los historiadores y para los etnólogos; todos saben quien fue el primer hombre que pisó la Luna, el primer hombre que condujo un automóvil, el primer europeo que fumó en pipa, hasta se sabe quién fue el primer hombre que tocó la armónica en Valdeajos, provincia de Burgos. Pero, ¿quién fue el primer hombre negro?

     Mis estudios me han colocado ante diversas hipótesis, pero hoy quiero mostrar al mundo el resultado final de mis investigaciones, el fruto de muchos años de trabajo, una respuesta al enigma que ha tenido en vilo a tantas generaciones; puedo enorgullecerme de ello y tener la seguridad de que no habrá quien pueda rebatir mis conclusiones.

     El primer hombre negro fue Groucho Marx.

     Y ahora pasaré a la demostración, Antes de que yo naciese no existía el mundo y lo sé por la sencilla razón de que no recuerdo que antes de mí existiese nada, yo aún no había nacido y nadie podrá demostrar que había algo antes que yo, pues yo no lo había visto antes. Hasta que no se ve una cosa, no puede haber una certeza indudable de que esa cosa exista; antes de Newton no existía la fuerza de la gravedad, antes de Marx no existía el comunismo, antes de Morton no existía el calendario de papel, la pajarita de cuello no existió hasta que Johnson se anudó una serpiente por equivocación, los ratones sólo existieron en el momento en que un gato pensó que allí había ratones; luego, nada existió hasta que yo lo vi, ya que antes no lo había visto.

     Una vez dejado claro este punto, pasaré a explicar por qué Groucho Marx es el primer hombre negro. Yo no había visto nunca a ningún negro hasta que fui a la Universidad; se me dirá que ya antes los había visto en las películas de Tarzán o en los cromos de Razas Humanas, pero esos eran negros no reales, estaban o pintados en un papel o metidos en celuloide y ya sabemos los milagros que el cine puede hacer en materia de caracterización (ver AI). Bueno, el caso es que mi primer negro lo vi en la Universidad, y tampoco era negro del todo, tenía un tinte azulado que me decepcionó un tanto, los negros, creo yo, o son negros o no son, ya que las cosas han de ser serias o uno no podría fiarse de las cosas; el segundo negro que vi también me decepcionó, fue en la calle, mientras paseaba, mi curiosidad y el buen final de mis investigaciones me llevó a intimar con él, descubriendo que tampoco era negro del todo, tenía un ligero color chocolate, por lo que pensé que hacía tiempo que no se lavaba y que me estaba engañando, queriendo sorprender mi buena fe.

     Aparte de su color, asimismo descubrí que eran jóvenes, luego llegué a la conclusión de que debía de haber negros más mayores, ya que hay blancos viejos, jóvenes y niños, y por lo tanto ninguno de ellos dos podía ser el primer hombre negro, pues todo viejo es anterior a todo joven, eso lo sé porque después de aparecer yo en el mundo he visto que nacían hombres y mujeres, que crecían y se iban volviendo viejos y que los más viejos eran anteriores a los más jóvenes, a los que no he visto nacer los supongo o posteriores o contemporáneos a mí.

     Bueno, seguiré, un día, en un periódico vi una fotografía de un individuo con bigote, me dijeron que era Groucho Marx, yo hasta entonces no había visto nunca un periódico, ocupado como estaba en mis investigaciones; el caso es que la fotografía venía en primera página, o sea, que era anterior a las que la sucedían y por lo tanto, siguiendo mis razonamientos, más vieja; las fotografías, según he podido descubrir después, son un retrato fiel de la realidad, sólo que en tamaño reducido, para comprobarlo yo mismo me hice una, no sin ciertos reparos con respecto a un posible empequeñecimiento de mi persona, y comprobé entusiasmado que la fotografía es efectivamente un retrato fiel y veraz; siguiendo el hilo de mi explicación: la foto en cuestión del Sr. Marx tenía dos tonos: blanco y negro, el color blanco se debía, según averigüé inmediatamente, al color del papel en donde estaba impresa la fotografía, luego llegué a la conclusión de que el color negro del señor G. Marx era de naturaleza negra, completamente negra, de un negro sobre el que no cabían dudas ni vacilaciones: era, por fin, el primer ser negro, absolutamente negro, que yo veía; para colmo de mis satisfacciones se me indicó que el señor G. Marx había fallecido y ya no dudé, Groucho Marx era el primer hombre negro de la Historia, ¿por qué?. Dos razones:

     1ª Era el primer hombre completamente negro que yo veía.

     2ª Había fallecido, luego esto quería decir que era viejo, luego si era viejo se deducía que era contemporáneo mío.

     De estas dos premisas se continúa simplemente que Groucho Marx es el primer hombre negro de la Historia.