22 de marzo de 2021

Aldeavieja. Una de cine II: Marcelino pan y vino.

 

          La segunda película que se rodó en Aldeavieja es, por supuesto, Marcelino pan y vino; creo que eso es conocido por todos y puede que hasta alguno de los más viejos recuerde los días que, una parte del pueblo, la ermita de san Cristóbal, se convirtió en plató cinematográfico y en el que algunos de los vecinos, padres o abuelos de muchos de vosotros, participaron en el rodaje como extras.


          La película se rodó en 1954, por Ladislao Vajda, director húngaro afincado en España; fue un éxito nacional e internacional: Oso de Plata en Berlín, Mención Especial en el Festival de Cannes… tiene una duración de 91 minutos, rodada en blanco y negro y fotografiada por Heinrich Gartner. La música de Pablo Sorozábal y fue interpretada por Pablito Calvo, Rafael Rivelles, Fernando Rey, José Nieto…

          Está basada en la novela homónima de José María Sánchez Silva. La película gira en torno a la historia de Marcelino, un niño expósito que es recogido por unos frailes franciscanos. Un día, mientras está orando ante un crucificado, éste toma vida y comienza a comunicarse con Marcelino.

          Las escenas del pueblo se rodaron en La Alberca (Salamanca), todas las referentes al convento (las exteriores) se hicieron en la ermita del Cristo del Caloco (El Espinar) y, finalmente, las relativas a la Guerra de la Independencia y a la construcción del monasterio, que son las que nos interesan más, se grabaron en la ermita de San Cristóbal.

          El lugar ya debía de estar en la retina del director de fotografía, el austriaco Heinrich Gartner, pues aquí se rodaron, como recordaréis, algunas escenas de La Aldea Maldita y, además, al ir desde El Caloco a La Alberca verían, en la loma cercana a la carretera, las ruinas de la ermita, ¿Qué más querían?.



          En su momento se editó un álbum de cromos con escenas de la película, y de él sacamos el texto de las rodadas en el pueblo:


          “Hubo un tiempo durante el cual nuestro país estaba dominado por los ejércitos franceses de Napoleón. Había guerra y el tronar de los fusiles y de los cañones sonaba por todas partes”.

          “Allá arriba, donde ahora está el convento, había una gran casona de campo que, como todo el pueblo, quedó también destruida al terminarse la guerra con la victoria de los españoles”.


          “Los tres buenos frailes, sin importarles la enorme tarea que tenían delante… se dispusieron a dar comienzo a la obra con muy poco más que la ayuda de Dios”.


          “Algunos aldeanos se reían de su impericia. Pero una tarde comprendieron que hacían mal y cuando uno de los frailes, ya cansado, les preguntó qué querían, respondieron alegremente: -Queremos ayudar-“.

          “Enseguida, brazos fuertes y expertos vinieron en ayuda de los tres religiosos y la obra pudo avanzar mucho más deprisa, con la natural alegría de los pobrecillos franciscanos”.

          Por supuesto, los extras que hicieron de soldados franceses, patriotas españoles y campesinos ayudando en la construcción del convento, fueron habitantes de nuestra aldea; yo, personalmente, sólo reconozco a uno de ellos: Marcelino Herrero, alcalde a la sazón del pueblo; si reconocéis a alguno más… pues decidlo, así sabremos más del asunto.

          Como curiosidad, decir que la imagen del Cristo se encuentra, actualmente,  en el convento de las Carmelitas de Don Benito, en Badajoz, y es obra del escultor Antonio Simont.

          Hasta la próxima.

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