26 de julio de 2022

Las Enramadas

 

          Hace poco mientras, sentado en un banco de madera, esperaba la llegada de la furgoneta del pan junto a mi tío Aquilino, y entre medias de nuestras disquisiciones sobre unas cosas u otras, me contó una de las antiguas tradiciones de Aldeavieja, ya olvidada y de la que yo no tenía ninguna noticia.



(Colocación de las enramadas en Alcozar (Soria) )

          Según me relataba, era costumbre, entre los mozos varones del pueblo que, llegada la víspera del día del Señor, irse al monte y cortar un árbol para engalanar la fachada de las mozas casaderas; lo normal era que fuera una de las muchachas por la que sentían algo diferente, vamos, que fuese la chica de sus sueños; se esforzaban por que el árbol estuviese bien derecho, con buenas ramas y, al caer la noche, lo colocaban a la puerta de la casa donde la moza residía; al día siguiente todas (o casi todas) las muchachas hablaban y porfiaban sobre el nombre del que había puesto cada árbol y se alegraban o entristecían si coincidía con sus gustos o no.

          Lo normal es que se tratase de un álamo (un negrillo) pues era el árbol que indicaba que el que lo hubiera colocado estaba prendado por la chica que vivía en aquella casa pero, ¡ay si se trataba de un álamo blanco! (un chopo) pues eso quería decir que las relaciones entre los dos no eran buenas, o las habían roto o había alguna cosa que impedía que su amor prosiguiera.

         Investigando sobre ello he visto que esta costumbre estuvo muy extendida por casi todos los pueblos de España y, por supuesto, en Castilla y León; recibía el nombre de “Las Enramadas” pues en algunos sitios no se trataba de un árbol, sino de ramajes más o menos elegantes con que adornaban la puerta de la casa de la moza en cuestión.

          Se celebraba en la noche de la víspera de Pascua Florida, o del Domingo de Ramos o de la Noche de San Juan (solsticio de verano); no supo decirme mi tío en cual de estas festividades se hacía en Aldeavieja, apuntó a la víspera del Corpus, pero sin ninguna seguridad; el caso es que la fecha no era la misma en todas las localidades.

          Parece ser que la colocación de las ramas, o de los árboles, en las puertas o fachadas de las casas, iba acompañada de los llamados cantos de ronda a la vez que se aclaraban las gargantas con un buen clarete (o un buen aguardiente) acompañado de bollos o de algo más contundente.

          En algunas localidades, al acabar la noche de ronda, los mozos echaban el rastro, un sendero de paja que llevaba desde la casa del mozo hasta la de la muchacha por la que sentía amor, cruzándose por las calles los distintos senderos y haciendo difícil y complicado el saber cuáles eran las parejas, ocasionando con ello momentos de risas y provocaciones que formaban parte importante de la fiesta.

          Señala José Luis Alonso Ponga (uno de los estudiosos del folklore más señalados de nuestra Comunidad) que “las rondas y enramadas son, dentro de las fiestas de la juventud, las manifestaciones que más han pervivido en la mentalidad de los mayores de Castilla y León”.

          Hemos hablado antes de que no se colocaba cualquier árbol o arbusto en “Las Enramadas”, pues cada uno tenía un significado; me imagino que sería muy parecido en casi todas las localidades, por lo que, a continuación, señalo lo que querían decir en la localidad zamorana de Toro:

– Álamo: te amo.
– Pino: te estimo.
– Olivo: te quiero pero te olvido.
– Chopo: te quiero, pero poco.
– Castaño: te quiero, pero te engaño.
– Peral: te quiero más.
– Espiga de trigo: amiga y amigo.
– Laurel: No volveré.
– Romero: La que yo más quiero.
– Nogal: te quiero hablar.
– Jazmín: amor hasta el fin.
– Clavel: te quiero bien.
..

          En esta localidad no todos los mensajes eran «bonitos», y si algún chico había sido rechazado por una chica, le llenaba la puerta de huesos. Me imagino que lo mismo pasaría en nuestro pueblo, aunque puede que no fueran huesos lo que se colocaba en casos así.

          Si alguno tiene conocimiento de esta costumbre por habérselo oído contar a sus mayores, no dudéis en decírnoslo para así poder completar una historia que formó parte de la vida de nuestros padres y abuelos.

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