Hoy
vamos a recordar cómo y cuándo se levantaron los dos monolitos de piedra que se
encuentran en el límite de las provincias de Ávila y Segovia, separando o
uniendo Villacastín con Aldeavieja.
El
Diario de Ávila, nos regalaba, el 13
de octubre de 1958, la siguiente noticia:
“El viernes por la tarde, nuestras primeras
autoridades, Corporación provincial en pleno y jerarquías y representaciones
abulenses se trasladaron al límite de la provincia, en la carretera de Madrid,
donde la Diputación de Ávila ha colocado recientemente dos soberbios hitos
construidos en piedra granítica y en los cuales, con las inscripciones
señalando el lugar en que empieza la Tierra de Ávila, figuran, también
labrados, los nombres de Teresa de Jesús e Isabel de Castilla.
El acto de bendición,
en el que ofició el muy ilustre señor Teodoro García Robledo, secretario
canciller del obispado y asesor religioso de la Jefatura Provincial del
Movimiento, fue presidido por el gobernador civil, don José Antonio Vaca de
Osma, y presidente de la Diputación, don Ramón Hernández, con quienes se
hallaban autoridades, jerarquías y personalidades.
Asistieron también al
acto el alcalde de Aldeavieja con varios miembros de la Corporación local, que
cumplimentaron a las autoridades provinciales abulenses.
Los dos pilares
instalados en aquel lugar tienen una altura de tres metros quince centímetros y
se asientan sobre una base de un metro cuarenta de lado, disminuyendo este
ancho, primero a uno veinticinco y luego a noventa y tres centímetros.”
Gustó
mucho, en aquel entonces, la idea, tanto en el pueblo como en la capital, y
pocos días después (el 25 del mismo mes) uno de los colaboradores del
periódico, bajo el pseudónimo de Pedro de Ulaca, escribía las siguientes líneas
que hoy nos suenan un poco trasnochadas, pero muy al gusto de la época:
Dos monolitos.
Cada uno de ellos, una
sola piedra, (esto significa mono-lito),
firmes, sobre su base con la gravedad del granito imperturbable que aguanta el
transcurso de los siglos, los dos monumentos –monumento quiere decir aquello que avisa o advierte de un hecho, de
una realidad y en este caso de realezas-
erigidos por la excelentísima Diputación Provincial a uno y otro lado de la
carretera de Madrid, parecen gritar con su sola presencia enhiestos, erectos,
austeros: ¡¡¡TIERRA DE ÁVILA!!!
Como cipreses, ambos
monolitos, apuntan al cielo. Cipreses graníticos, índices de la verdad
inconmovible. Recogieron sobre sí las ramas de toda vanidad que es vacío y
apretaron sobre su corazón o tronco los valores tan fuertemente que su cuerpo
quedó revestido de la sustancia rebosante de dentro afuera y esa sustancia de
valores permanentes e inmanentes fosilizada, al estilo de lo material, no halló
forma continente expresiva más noble para manifestarse en el tiempo que la piedra
granítica, el más antiguo elemento al fin de la base de estas arcaicas montañas
abulenses del periodo agnostozoico. Cipreses grises, como en el paisaje son los
cipreses más añosos; cipreses sin aire de vanidad porque las galas de sus ramas
se comprimieron en la belleza de su verdad escueta y purificada, quedando al
margen del camino cual guardianes, índices de metas sublimes y afirmaciones de
verdad y de amor: ISABEL y TERESA, Corona y Aureola, Centro y Norma, Reflejos
de cielo y Tierra elegida, Corte y Claustro, Fortaleza y Templo, Belleza y
Amor, Conquista y Entrega, Acción pasiva y Oración activa, Ofrenda y
Contemplación, Caminos paralelos de una Meta común indicados a la entrada de la
TIERRA DE ÁVILA extensa cuanto incomprensible.
Y
esos monolitos sirvieron, desde entonces, además de para señalar el comienzo de
la provincia, para indicar el lugar donde las autoridades, tanto locales como
provinciales, esperaban la visita de las personalidades que visitaban Ávila:
aparte de los ministros varios que acudían a inaugurar obras o valorar
proyectos, podemos citar la visita del Legado Pontificio en 1962 y 1963 con
motivo del Año Santo Teresiano; el paso del general Franco camino de Portugal o
la de los entonces Príncipes de España, ambas en 1964; otra, muy curiosa, fue
la bienvenida al equipo abulense que participó en el concurso televisivo de “Cesta
y Puntos” en el que quedaron segundos, en 1968.
Todos
estos recibimientos, como se hacía en esos años, eran multitudinarios y al
límite de la provincia acudían los alcaldes, gobernadores y otras “autoridades” de los municipios por
los que pasaba la comitiva y, por supuesto, los sufridos habitantes de los
pueblos y los niños de las escuelas moviendo, entusiasmados, banderitas y
mostrando grandes pancartas agradeciendo la visita y dando gracias por… ¡a
saber qué!.
A
partir de 1970 estas maneras “populistas” fueron desapareciendo y el paso de los
próceres se hace de manera anónima y callada.
En
febrero de 1980, El Diario de Ávila publicaba la siguiente noticia.
En la entrada a la Provincia por la carretera de Villacastín, existen unos monolitos de granito, que advierten al viajero el límite geográfico de Segovia y Ávila. Con motivo de la reparación de dicha carretera que, dicho sea de paso, ha sido muy bien asfaltada, el cerco y asientos, que se hallaban junto a los citados monolitos, han quedado fuera de línea o se hallan desparramados por el suelo. No sabemos a quién corresponderá volver a colocar las cosas como estaban, pero es necesario hacerlo, porque la primera impresión que recibe el viajero, que viene a nuestra ciudad desde la capital de España, es poco grata y da una sensación aparente de dejadez y abandono, que no corresponde con la realidad.
Aquello
se arregló, por supuesto, pero la noticia no deja de querer indicar que, los
monolitos, ya habían dejado de ser un punto señero de reunión y de bienvenida.
Si
recordáis, en ellos estaban grabadas las palabras AVILA, dando a entender que
comenzaba la provincia, en las caras que se veían al salir o entrar en la
misma; en las caras interiores, enfrentadas aparecía el nombre del jefe del
Estado FRANCO y, abajo, en una ponía TERESA DE JESUS y en la otra ISABEL DE
CASTILLA, dando homenaje a dos de los personajes históricos más universales
nacidos en la provincia.
Pasó,
como es lógico, que los monolitos fueron desmantelados para actualizar y
normalizar estos letreros y, así, en enero de 1983, se publicaba el siguiente
artículo:
Los monolitos que marcan los límites provinciales, desmontados por la Jefatura Provincial de Carreteras.
…El motivo es, según ha
añadido (el director provincial del MOPU) quitar la parte de la piedra que
contenía inscripciones realizadas durante el mandato del anterior jefe del
Estado. En algunos casos, como en el del paso a la provincia de Madrid, los
monolitos tenían sobre las inscripciones numerosas pintadas.
Un
año después los monolitos fueron reinstalados, desapareciendo el nombre de
Franco y ahí continúan, señalando, como es su misión, el punto donde comienza
la provincia de Ávila, según se viene de la capital del reino.
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