Edad Media.
Habría que esperar al 711 para que
aquel escenario diese un vuelco importante: los pueblos musulmanes del norte de
África inician la invasión del reino visigodo; en un principio se trata de
expediciones para conseguir botín, pero al darse cuenta de la descomposición en
que se encuentra el reino visigodo, se plantean en serio la ocupación del
territorio y su integración en el Islam; esta conquista se realiza respetando
los usos y religión de los vencidos, a la vez que comienza una repoblación de las
zonas más desocupadas por emigrantes bereberes; durante doscientos años, en
esta zona del Duero meridional, conviven los antiguos pobladores
hispano-visigodos con los nuevos invasores del norte de África; las
conversiones a la nueva religión, por sus ventajas económicas (ya que les exime
de un oneroso impuesto), es moneda corriente; aún así, desde muy pronto la zona
se convierte en una virtual “zona de nadie”, por la cercanía a las fronteras,
muy movedizas, de los reinos castellano, leonés y de las diferentes taifas y
reinos andalusíes.
Hacia el año 900, los reinos
cristianos del norte mandan nuevos repobladores a esta “zona de nadie”; su
única ocasión de supervivencia estriba en no ser localizados; esta premisa hace
que las poblaciones, ya pequeñas de por sí, se dispersen aún más;
convirtiéndose en auténticos caseríos; muchos se esconden y se alejan de los
lugares de paso, intentando no ser víctima de unos o de otros, sólo así se
comprende la elección de los poblados que surgen en la zona del Cardeña; San
Miguel de Cardeña, San Juan del Berrocal, La Carrera y los de Blascoeles y
Aldeavieja, que, casi con seguridad, tuvieron otros nombres; los primeros están
casi enterrados en el paisaje; cercanos a ríos y a bosques y alejados de las
principales vías de comunicación; otros, como Aldeavieja, en un lugar
privilegiado para su defensa, pero en una posición lateral; es una época de
huidas y vueltas; tanto de las poblaciones mozárabes como de las cristianas.
Ruinas de la ermita de San
Miguel de Cardeña.
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En el año 1085 se
produce un hecho que cambia toda la historia de los pueblos que nos ocupan: el
rey Alfonso VII conquista Toledo y nuestra zona queda ya integrada, con una
cierta seguridad, en el ámbito castellano-leonés. Es en este momento cuando se
abandonan los primitivos caseríos cercanos al Cardeña, (este nombre, como el
del cercano pueblo de Cardeñosa, se debe a que los repobladores primeros de la
zona procedían de la actual provincia de Burgos, seguramente pertenecientes a
San Pedro de Cardeña, hay en los archivos de este monasterio un documento del
año 943 con una donación de los habitantes de estos pueblos que parece
acreditar claramente su origen) y sus pobladores, junto con otros nuevos
venidos de diferentes zonas, se agruparon en las poblaciones de Blascoeles y
Aldeavieja, situadas en lugares mejores, tanto para sus comunicaciones como
para su economía; el nombre de Blascoheles (así escrito originalmente) señala,
según los estudiosos, el origen gallego o asturiano de los nuevos pobladores;
mientras que, el de Aldea Vieja (se escribió separado hasta finales del siglo
XIX, en el censo de 1860, en que pasa a ser una sola palabra), viene dado por
ser, de todos los caseríos existentes, el más antiguo; el pueblo se extendió
alrededor de la iglesia de San Cristóbal que, por su sólida construcción podría
servir, en caso de necesidad, de refugio para la población.
Restos
del ábside de San Miguel de Cardeña.
Documentación.-
“Historia
del origen, antigüedad y fundación del lugar de Aldeavieja, de los milagros de
Ntra. Sra. del Cubillo y Señor San Cristóbal sus Patrones”
Licenciado
Francisco García. 1613
19,5x14,5.
48 páginas
(este libro, cuyo único ejemplar conocido se encuentra en la biblioteca del Monasterio del Escorial, fue escrito por un sacerdote, natural de Aldeavieja, que ejercía el puesto de canónigo en la catedral de Segovia; al libro le faltan páginas por lo que le he añadido texto para su mejor comprensión; la parte en cursiva es la original)
El término de Aldeavieja, es de
suponer estuvo poblado desde una remota antigüedad. El Licenciado Francisco
García señala como la más antigua población, el lugar de Cardeña. La posterior
formación de caseríos, con el correr del tiempo dieron lugar a los pueblos, de
los cuales algunos existen en la actualidad –como Blascoeles- y otros
desaparecidos, y de los que quedan como testigo de su existencia, las ermitas
que en su día fueron sus iglesias parroquiales.
Las gentes de Cardeña eran de muy
buen corazón. Entre todos custodiaban sus granjerías
y ganados. Todos formaban un concejo y sus términos y montes y dehesas
fueron siempre de propiedad común hasta mucho más tarde.
Y, como las poblaciones eran pequeñas
y estaban algo apartadas unas de otras, hacían sus moradores grupos de defensa
para poderse ayudar en tiempos de alborotos y levantamientos de gente rebelada y montaraz, que como Alabares
y Monfies andaban algunos tiempos robando y destruyendo como ahora los
forajidos de Aragón y Cataluña lo hacen.
Salían juntos para la defensa de sus
ropas y ganados. Eran gentes que, para la paz y para la guerra, mostraban
siempre valor. Servían de lugares estratégicos para
la vigilancia las cumbres de la Atalaya y Castillo Mirón.
Habiendo con justa razón de llamar a
este tal pueblo con el nombre que tenía el que solían habitar, que era Cárdeña,
pues era su propio y antiguo nombre, aunque nombre de pueblo “enxerto y
trasplanado” en mejor sitio, le llamaron el Aldeavieja, por ser como queda
dicho, la más vieja población y así se ha conservado siempre este nombre, y ser
cabeza de ruinas de Cárdeña”.
Las relaciones de los habitantes de
Aldeavieja y Blascoeles eran excelentes. Y
son siempre y han sido los vecinos de Blascoeles gente muy honrada y se han
sabido valer de manera que ha avido hombres ricos, estimados y pundonorosos con
quien muy de ordinario emparientan por casamientos con los de Aldeavieja,
porque al fin todos son unos y traen un mismo origen y proceden de la noble y
antigua cepa de Cardeña.
Al desaparecer los caseríos
diseminados, formaron barrios más grandes y próximos al principal, que era
Aldeavieja. Sus habitantes tenían como centro de culto y lugar de enterramiento
de sus muertos la Ermita de San Cristóbal, que fue edificada en el siglo XI. De
la ermita de San Miguel de Cardeña trajeron una campana colocándola en la
parroquial de San Cristóbal. Aquella campana no se oía en todos los barrios.
Por eso se construyó una torre, que entonces llamaban torrejón, en el lugar que
se llamaba campanario.
Interior de la ermita de San Cristóbal.
Libro
de la Montería
Este libro, escrito por encargo del rey
Alfonso XI entre 1312 y 1350, es un tratado de caza, en el que se detalla qué y
cómo se cazaba; detallando los lugares mejores para cada tipo de animal;
señalando los sitios más indicados para colocarse las vocerías, que eran los ojeadores que llevaban la caza hacia los
cazadores, a los que se denomina como armadas.
La referencia a Aldeavieja y sus
alrededores es la siguiente:
(477)
La
Pared de Hazalbaro, et la Mata de Aldea Vieja es todo un monte; et es bueno de
puerco en todo tiempo. Et son las vocerías por cima de Las Cabezas que llaman
de las dos Hermanas; et por la vereda que vá faza el campo de Hazalbaro. Et son
las armadas la una en la Atalaya, et la otra en el campo de Hazalbaro, desde el
Iglejuela fasta la Hoz de contra el río.
La mayoría de los lugares, aunque con
los nombres antiguos, es fácilmente identificable con los nombres actuales; así
La Pared de Hazalbaro, que serían las estribaciones de la sierra de Ojos Albos
con el Campo Azálvaro; la Mata de Aldea Vieja, la misma sierra en la vertiente
que se asoma a Aldeavieja; Las Cabezas y dos Hermanas, podría ser la parte de
Silla Jineta; la Atalaya, es el pico de 1589 m. a 2 kilómetros al NE de Ojos
Albos; el Iglejuela se corresponde con el caserío de Las Erijuelas, en la
solana del Puerto de la Cruz de Hierro y, por último, la Hoz de contra el río,
es la garganta del Voltoya, que comienza en la pared del pantano de Serones.
Parece ser que era un lugar abundante
en jabalíes.
Las tierras de Cardeña desde el puerto de la Cruz de Hierro.