19 de octubre de 2015

Aldeavieja: época romana

La Época Romana

          La romanización fue completa en esta parte de la península; teniendo en cuenta la cantidad y, sobre todo, la calidad, de los restos que nos han legado, todo hace suponer que hacia el siglo II ó III de nuestra era, la zona estaba perfectamente integrada en la organización del Imperio. Las ciudades de Segovia, Abela (Ávila) y Cauca (Coca), como más cercanas, y la proximidad de otras muchas como Septimanca (Simancas), Salmantica (Salamanca), Tiermes y de importantes vías de comunicación, como la Vía de la Plata, fueron decisivas para lograrlo; una vez romanizada la zona empezó la aparición de las villas; asentamientos agropecuarios a los que se podría identificar como los modernos caserios (Tabladillo, el Alamillo, etc..) pertenecientes a propietarios ricos, cuando no directamente a la nobleza local. Pero antes tuvo que ser testigo de las guerras púnicas; hacia al 200 antes de Cristo, el propio Aníbal realizó incursiones por la zona, siendo derrotado en una batalla por una coalición de las tribus de la zona (algunos autores fijan la zona del Campo Azálvaro o sus alrededores como el escenario de esa batalla) después de que el caudillo cartaginés asolara el cercano castro de Las Cogotas (en Cardeñosa); asimismo el levantamiento de Viriato, y la guerra que los lusitanos mantuvieron contra Roma, tuvo a la zona como testigo de la primera fase de la misma, anterior a su fin con el cerco y destrucción de Numancia.
          El final de la República vio el levantamiento del general Sartorio contra el poder de Roma, ayudado por diferentes tribus hispanas; en sus correrías por toda la península, huyendo o persiguiendo a las legiones, pasó por la zona, teniendo escaramuzas con las tropas aposentadas cerca de Coca; con la llegada del Imperio, llegó un larguísimo periodo de paz y de prosperidad para toda la zona central; la inevitable llegada de las tribus germánicas sólo produjo un pequeño cambio en lo que al poder se refiere; los nobles visigodos ocuparon el lugar que la aristocracia hispano-romana ocupaba o se unió a la misma por lazos matrimoniales para legitimar su nueva posición.
***
          Los testimonios arqueológicos que se conservan son pocos, pero muy significativos; se trata de tres lápidas sepulcrales ibero/romanas; los romanos enterraban a sus difuntos (o los incineraban) a las salidas de las poblaciones, a lo largo de las calzadas; por Aldeavieja pasaba, en lo que es el camino viejo de Ávila a Villacastín, una calzada de segunda categoría que, seguramente, unía las ciudades de Abela (Ávila) y Segovia; los restos de esta calzada se pueden ver en el puente de Calicanto, sobre el río Voltoya (término municipal de Mediana) que aunque muy restaurado y reedificado en varias épocas históricas, conserva sus cimientos y parte de la calzada que conducía a él (hoy bastante deteriorada por los abusivos trabajos de la construcción de la AP-51 y del gasoducto), estas mismas obras descubrieron restos de la calzada ya cerca de Ávila; en las cercanías de Villacastín, junto a un antiguo molino en ruinas a las orillas del río Cardeña, hay otro puente romano hecho de grandes lajas de granito aposentadas sobre sillares; igualmente, en Segovia, en las inmediaciones del santuario de la Fuencisla hay un tramo de calzada junto a un puente con inicios romanos.


                                                          Puente romano sobre el río Cardeña.

          De estas tres lápidas que se conocen, una estaba en el caso urbano, haciendo de guardacantón en una esquina de la calle Ancha con la calle del Monte y las otras dos formando parte de la ermita de San Cristóbal, una en el exterior, bajo la gran ventana que se abre a la derecha de la puerta de entrada, en el inicio del ábside; la otra, colocada en el interior, en la cabecera del ábside, tras el altar mayor, y hoy tapada por el revoco dado en su restauración.
          El tamaño de las piedras asegura que fueron reutilizadas a causa de su cercanía, lo que nos confirma que su origen era el cementerio romano que había a lo largo de la calzada; lo que se deduce de ello es lo lógico: sólo hay enterramientos si en los alrededores hay gente que vive y que, por ley natural, muere.

          

                
                                                                        Lápida romana en una de las paredes de la ermita de San Cristóbal

          La hechura de las lápidas es un poco basta, quizás realizada en el mismo lugar del enterramiento, las tres en granito y dos de ellas más trabajadas, dándoles forma cuadrada y enmarcando el texto, mientras que la otra está simplemente grabada sobre la roca. Dos de las lápidas se puede considerar que están completas y la que forma parte del interior de la ermita de San Cristóbal está claramente cortada; en las tres se observa, perfectamente, el pie ritual que formaba parte de todas estas lápidas: S T T L, sic terra tibi levis (que la tierra te sea leve). F. Polo Alonso, en un estudio realizado de una de estas lápidas, las sitúa en el siglo I de nuestra era, siendo, pues, el testimonio escrito más antiguo que se conoce en nuestra localidad.


                                                                                                   Lápida que se encontraba en la calle Ancha.

 

Documentación.

 

Puente de Piedra o Cal y Canto

          A unos 16 kilómetros al Noroeste de Ávila, desde la Nacional 110, en ruta hacia Madrid, podemos observar un bello puente de un solo arco sobre el río Voltoya. Como bien dice el estudioso Emilio Rodríguez Almeida (Ávila Romana, pág. 93), presenta una muy buena factura y está lastricado en granito, con entrada y salida de una calzadilla. Antes del puente, si venimos desde Ávila, se conservan varias decenas de metros de dicha vía, muy bien planteada y "lastricada consistentemente tanto en roca natural como en granito en losa". Pasado el puente la calzada se pierde rápidamente, aunque se observa cómo tuerce hacia la izquierda para cruzar en tiempos el actual trazado de la N-110 hacia el extremo del puente más moderno sobre el que se asienta esta carretera.
          Indicios de la vieja calzada vuelven a aparecer muy cerca de la entrada de Villacastín, ya en la provincia de Segovia, donde se localiza un puente de "traza antigua".
          Para Rodríguez Almeida, podría tratarse de un "ramal de relación entre Ávila y la calzada Intercatia-Complutum”.



      
                                                                              Puente de Calicanto, sobre el río Voltoya, una vez restaurado.


           Tal vez podamos encontrarnos ante los restos de una vía romana que uniría Ávila con Segovia.
          La restauración del puente se ha realizado ya, hace unos tres años, por la empresa constructora de la autopista de peaje de Segovia a Ávila; ha sido una mala restauración, que al sujetar las piedras con un cemento con demasiada arena ha hecho que esté ya lleno de vegetación; el trozo de calzada que queda en la parte oeste del puente es la que casi ha desaparecido con las obras de instalación del gasoducto, destrozando un segmento de cinco o seis metros, al arrasarlo con las máquinas excavadoras.




                                                                                  Restos de la calzada antes de llegar al puente.


Puente romano sobre el río Adaja, en Ávila.
          El trazado de la ciudad medieval de Ávila respeta en su planta las grandes líneas de su predecesora, la ciudad romana, con su cardo, su decumano, sus puertas y sus ínsulas. El complemento natural de esta planta es el puentecillo que por el lado sur del recinto urbano salva el curso del Adaja en dirección a Piedrahita y Salamanca, y estuvo en uso hasta la construcción en el siglo XX del puente nuevo, que ha venido a sustituirlo.
          El puente antiguo, de cinco arcos de medio punto (tal vez originariamente seis), con tajamares por el lado de aguas arriba y pilas planas por el opuesto, fue construido por los romanos con sillares del granito gris azulado de la localidad. La construcción podría remontarse a época de Trajano en vista de su semejanza de técnica y diseño con los puentes de Alcántara, Guarda (sobre el río Segura), Mosarela y Bibey (Orense) y otros del Occidente peninsular.

          Durante la Reconquista, cuando Ávila quedó en tierra de nadie, los cinco arcos del puente romano estaban cortados. Después, al tiempo que la ciudad era repoblada y reconstruida, también lo fue el viejo puente, si bien con una técnica mucho más rudimentaria que la empleada por los romanos y con materiales de menor dureza que el granito empleado por éstos. Y, en efecto, la piedra empleada fue la misma caliza con que se levantaron las murallas de la Ávila románica. De este modo el puente es un ejemplo curiosísimo de una obra de dos épocas y de dos civilizaciones completamente distintas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario