Hoy, para acompañar a los
calores del verano, voy a hacer una pequeña incursión en el folklore de la
tierra; se trata, en esta ocasión, de
unas coplillas que mi hermano Jesús me ha pasado y que él las escuchó de labios
de Emilio Magdaleno, de quien hemos hablado largo y tendido en otros capítulos
de este blog.
El primero de ellos dice así:
Para
cuando me case
me
ha “dao” mi abuela
un
costal, una manta
y
un borriquillo.
El
costal era viejo,
la
manta rota
y
el carajo del burro
no
veía ni gota.
Acabarse
la paja,
morirse
el burro
y
hundirse la cuadra,
todo
fue uno.
Esta coplilla pienso que era original del
señor Emilio o, mejor dicho, de tío Emilio, pues no he encontrado referencia
alguna en ninguna parte. La siguiente sí que tiene autor, y no es otro que el
cantaor Pepe Marchena (1903-1976), de sus llamados “fandangos matemáticos”
El
once le dijo al doce
que
el trece dónde estará
y
le respondió el catorce:
“Que
en casa del quince está,
que
el dieciséis le conoce”.
Acabaremos con otra, creo que original
también de nuestro convecino a la que ya hice alusión en otra ocasión, pero que
no estará de más volver a repetir, y es ésta:
Un
retratista a la gorda
la
ha querido retratar,
pero
con la condición
que
había de ser por detrás.
Pasaba
la gente,
pasaba
el “Correo”,
“¡qué
culo de pote!
¡qué
culo mortero!”
“To”
lo que se diga
de
este culo es poco
y
el día que pea
será
un terremoto.
Y hasta aquí hemos llegado; espero que os
haya hecho pasar un buen rato.
Que sabiduría popular derrochaba el tío Emilio
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