4 de octubre de 2025

Aldeavieja: 1986

 

 

En el número de 16 de mayo de 1986, El Diario de Ávila publicó una serie de artículos de Javier Santero dedicados a nuestro pueblo, acompañados de unas cuantas fotografías, que acompaño con los textos; como iréis viendo la imagen que presenta de Aldeavieja no ha perdido, en absoluto, su actualidad, relatándonos  los problemas que se sentían entonces, que parece que no hemos adelantado nada o muy poco. Lo primero es una breve introducción que va seguida de una sencilla descripción del Santuario de la Virgen del Cubillo para acabar con la impresión que le mereció su visita al pueblo; os dejo con ello y… ya me contaréis.



Aldeavieja es el último pueblo de la Provincia, según se va para Madrid por la carretera nueva. A poca distancia de las últimas casas del pueblo, aparecen ya las dos columnas de piedra que sirven de separación de las tierras abulenses y de las segovianas. Aldeavieja es uno de tantos pueblos de nuestra Ávila, pequeños, amables, con un deseo enorme, en todas ellas, de buscar mejor vida… Un pueblo con problemas, es lógico, pero al que nos hemos acercado para pasar un rato agradable. Y en Aldeavieja, un lugar que no debe ser olvidado: la ermita de la Virgen del Cubillo, monumento histórico-artístico de carácter nacional. De verdad, merece la pena.

El santuario de la Virgen del Cubillo, monumento herreriano con categoría nacional.



El Santuario de Nuestra Señora del Cubillo congrega cada año, por el 8 de septiembre, a cientos de fieles que en los alrededores de la ermita comen sobre las mesas de piedra y piden favores de la Virgen en el Santuario.

Este Santuario, situado a un par de kilómetros de Aldeavieja, es desde enero de 1980 monumento histórico artístico nacional, según consta en la misma ermita. Una ermita que adorna una de sus entradas, por la puerta por la que el santero nos permite entrar al interior, con un cuadro naif que representa la romería de septiembre.

Es una iglesia de estilo herreriano que hace años fue objeto de varios robos: cinco se produjeron en cuatro años. El santero está allí todo el día, pero por la noche la ermita se queda sin protección. En su interior, aparte de la imagen de la Virgen del Cubillo, hay varios cuadros, algunos de los cuales están siendo restaurados en El Prado.

Es una ermita bien cuidada y muy hermosa en su interior, que bajo el suelo guarda una parte del árbol en el que, según la tradición, se apareció la Virgen.

En el pueblo hay otra iglesia, la de San Sebastián, de menor valor que la ermita. También a las afueras, otra ermita, la vieja, que parece que ha sido vendida a particulares que la han cercado con alambre. Hasta ella hay un Vía Crucis que sale desde la plaza del pueblo y termina a sus mismas puertas. Algunas de sus cruces están rotas y otras ya han desaparecido.

Aldeavieja: un pueblo al lado de la carretera en el que podemos detenernos.

Javier Santero.



La primavera le sienta bien a Aldeavieja, un pueblo situado junto a la carretera Nacional 501, que sin duda muchos hemos visto al pasar de camino a Madrid o Segovia sin que, probablemente, hayamos sentido la tentación de detenernos unos minutos. La tentación existe, y en primavera aún más, porque el verde de la hierba llega hasta el mismo interior del pueblo y sobrepasa su iglesia dándole un aire distinto.

En estos días de la primavera los chicos, que salen pronto de la escuela, mezclan sus gritos y sus juegos con el canto de los pájaros, y corren por las calles del pueblo y se sientan sobre el verde. El último juego que les faltaba era el fotógrafo para correr a posar ante él, a la puerta de la escuela o bebiendo en la fuente de cuatro caños situada a un lado de la iglesia.

En esa tarde de primavera ni tan siquiera faltan a la cita los relámpagos sobre el horizonte ni los turistas que han detenido su furgoneta en la plaza y tratan de reparar alguna avería indiscreta, también en la hierba. En la tarde tranquila los perros pasean por las calles, unas mujeres tienden la ropa a la puerta de sus casas y el reloj de la iglesia de San Sebastián marca las cuatro menos veinticinco. La misma hora que marcaba cuando llegamos y la misma que marcará bastante tiempo después, cuando nos marchemos del pueblo.

Este pueblo, de alrededor de doscientos habitantes, tiene tres actividades principales: la ganadería, la agricultura y la construcción. La cantera que hay a pocos metros de la localidad no da trabajo más que a media docena de personas de Aldeavieja junto a otros de pueblos más lejanos. En el pueblo hay personas en paro que llevan meses detrás de un puesto allí, que no consiguen. Alguien comenta que hay una cierta discriminación hacia los del pueblo por un problema con alguien a quien no se le dejó cazar en el coto, pero tampoco se atreven a asegurar que esa sea la razón de que no cuenten con ellos.

De lo que sí hay queja es de que, aparte que el pueblo no saca un gran beneficio del trabajo de la cantera, lo único que ganan son los sembrados llenos de polvo.

La mayor parte de las casas del pueblo son edificaciones bajas, todas ellas con hogar, aunque hay algunas más nuevas de hasta tres pisos de altura, que desentonan bastante con el resto del pueblo. En una de las casas, probablemente la más grande del pueblo, y actualmente deshabitada, se agolpan las pintadas con el clásico lema de “Vivan los quintos del…” ¡Y hay pintadas de hace más de treinta y cinco años! Es una casa enorme, de otros tiempos, de aquellos años en que el pueblo “era de cuatro o cinco”. Probablemente durante la guerra fue cuartel de la Guardia Civil y Hospital, y hoy un lugar abandonado donde entran los muchachos a jugar.

Aldeavieja hace años que perdió su condición de municipio. Hoy día Aldeavieja y Blascoeles forman el Ayuntamiento de Santa María del Cubillo, lo que, en las actuales circunstancias, no hace feliz a algún habitante de Aldeavieja. El alcalde es “del otro sitio”, en tanto que de Aldeavieja sólo son tres concejales. Por eso hay quien piensa que el pueblo está un poco dejado de la mano de Dios.

La carretera es una parte esencial del pueblo, algo de lo que Aldeavieja no se puede separar. Cerca de la provincia de Segovia, vive junto a la carretera que es tan parte del pueblo como la hierba hasta la misma plaza, o el reloj que siempre marca las cuatro menos veinticinco.



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