Edad
Moderna.
Nos acercamos al momento más
importante de la historia de Aldeavieja: el siglo XVI, en ese siglo la riqueza
y la abundancia parece que han elegido un lugar, y ese lugar es nuestro pueblo,
¿por qué en este preciso momento, y no en otro, se produce esta circunstancia?;
la respuesta nos viene dada por un cúmulo de hechos conectados entre sí: se ha
descubierto América y la plata y el oro se vuelcan sobre el país; la Mesta,
esta organización de ganaderos que se extiende por todo el reino hace que el
precio del ganado se dispare, que la lana de la ovejas suba de precio, que los
caballos sean un bien muy preciado, tanto para la paz como para las
interminables guerras en las que están metidos los reyes de la Casa de Austria,
la carne de las vacas se cotiza a buen precio, así como el cuero; los pastos
del Campo Azálvaro, los buenos prados del lado norte de la sierra, el lugar
estratégico que ocupa el pueblo, junto a las vías de comunicación más
importantes: el camino que lleva a la Corte y, de allí, a los puertos a donde
viaja la lana; la cercanía de la feria más importante de Europa: la de Medina
del Campo; así como una serie de individuos que no van a dejar pasar la
oportunidad de enriquecerse con todas estas circunstancias y con ello
enriquecer al pueblo que les vio nacer.
Mapa
de las tierras de Segovia en 1773, Aldeavieja se encuentra en la izquierda,
hacia el centro.
No fue ajeno a esta abundancia el
hecho de que en 1565 el rey Felipe II, al fundar el monasterio de El Escorial,
anexionase al mismo los territorios que antaño dependían de Párraces, por lo
que se produjo un contacto con gentes más cercanas al poder y se presentaron
mayores oportunidades de medrar.
Es el momento, y ese momento va a
durar casi cuatro siglos. Una de nuestras fuentes, el licenciado Francisco
García, dice lo siguiente en su historia sobre Aldeavieja:
Después
que las dichas caserías, y apartadas poblaciones se juntaron en la Aldeavieja,
como queda dicho, siempre ha ido en aumento y acrecentándose este lugar de tal
manera, que cuando esto se escribe, que es el año del nacimiento de nuestro
señor “Jesú Christo”, de mil y seiscientos y trece, tiene quinientos vecinos (con
una población estimada de 1.575 habitantes),
y entre ellos hombres muy ricos; y en estos años que muchos pueblos se han
arruinado y desfallecido del ser que tenían, hasta venirse a despoblar, este
pueblo ha prevalecido, y aumentándose, así en hacienda como en calidad, porque
tiene muy buenas casas tejadas, y dobladas, con sus chimeneas, y paredes de
mampostería, con ventanas y rejas en ellas, y calles empedradas, muy buena
plaza, con dos mesones y soportales, donde se venden las mercancías que vienen
de fuera; y con una fuente o pilar grande de mucha y buena agua, y otras tres
fuentes dentro del pueblo, de donde bebe la gente. Hay casa de Ayuntamiento, y carnicería; hay una
muy grande alhóndiga de trigo para los años de necesidad, y buenas trojes donde
lo tienen; y también hay hospital para los peregrinos, y pobres pasajeros. Las
eras donde se trilla y desgrana el pan son de las mejores de todo el reino; los
salidos y prados que están alrededor del pueblo son muy deleitosos; las tierras
de pan llevar son pocas pero muy buenas. Es lugar muy frío, pero tiene mucha
leña y montes concejiles de encinas y robles, donde también hay caza de
liebres, conejos y perdices. El término es algo estrecho pero enriquecido con
más de treinta fuentes de muy lindas y saludables aguas de donde se riegan
muchos cercados, y huertos y linares que hay en él. También tiene horno donde
hacen teja y ladrillo; tiene a media legua el campo Azalvaro, que aunque es
término y pasto común para Segovia y su Tierra quien más lo goza con sus
ganados es Aldeavieja, por estar tan cerca y lindar con él. (cap. X, p. 24
y 25).
La situación del pueblo ha cambiado,
y no sólo materialmente; el buscar sitios más protegidos de los fríos vientos
del norte ocasiona que se abandonen las casas que se elevaban en los
alrededores de la iglesia de San Cristóbal y se edifiquen en la zona baja del
cerro de La Barrera; el cambio de lugar habitado ocasiona, además del aumento
de la población, como nos cuenta el licenciado Francisco García, la incomodidad
que suponía el desplazarse a oir la misa fuera del casco urbano y dejar el lugar solo y sujeto a robos…
y sobre todo en invierno pues los
enfermos y viejos no podían asistir a los oficios divinos por estar a más de
tres tiros de arcabuz…
Esto hace que se piense en la
edificación de una nueva iglesia, en medio del pueblo y con el tamaño y la
riqueza que correspondía al nuevo modelo de población. Se comienza su
construcción en el lado sur de la plaza mayor del pueblo y parece ser que se
acaba poco antes de 1540, y el primer libro de bautismos data del año 1543.
La iglesia se fabricó de piedra cárdena, de sillares, y arcos, y
paredes de mampostería, con tres naves y su torre donde hay cinco campanas, y
reloj, tres altares con sus retablos, tribuna
y órgano y tomaron por Patrón al señor San Sebastián. Y después en el
año 1550 aumentaron con una capilla y
sacristía de piedra cárdena, y blanca de sillería y después la adornaron con
una alameda que plantaron alrededor del cimenterio y se remata con una cruz
famosa de una piedra con su pie de gradas y las figuras de un Cristo y la
Virgen esculpidos en ella.
Ay en la Iglesia muchas y ricas
imágenes como son Nuestra Señora del Rosario, San Andrés y San José, el Niño
Jesús y otras de pincel y finalmente el retablo del altar mayor es famoso ansí
en la tabla como en el pincel.
Privándose del ornato de sus casas y
personas ofrecen a la Iglesia mil dones de plata, sedas y brocados, capas pluviales, casullas, dalmáticas,
frontales, dos palios uno de terciopelo carmesí y otro de damasco, cruces,
incensario y vinajeras de plata, tres cálices, pendones y mangas para la cruz.
Un hombre y no de los ricos hizo una cruz de plata para el Santísimo Sacramento
que le costó ciento sesenta ducados.
Iglesia
de San Sebastián.
No hay más que comparar estos datos
(y esta riqueza) con los pobres objetos que contenía la iglesia parroquial sólo
cien años antes, según hemos visto en el capítulo anterior.
La riqueza ya sabemos que hace
extraños compañeros; por estas mismas fechas se comienza a pensar en la
ampliación de la ermita de la Virgen del Cubillo, adaptándola a las necesidades
del momento y a fin de dotarla de la majestuosidad que se merece por la nueva
abundancia que se siente en la población; como un eco de todo esto, he
encontrado un curioso documento que habla por sí solo:
Desde
el año de 1589(…), a petición de varios interesados, se expidieron las
competentes Reales Cédulas para descubrir algunos tesoros que tenían noticia
hallarse ocultos en diversos puntos del reino; cuya relación, con expresión de
los pueblos y sitios de algunos de ellos, es en la forma siguiente:
(...)En Aldeavieja, jurisdicción de
Segovia, en el campo Azalbaro: en el prado del Lanchar, bajo el prado de las
Moratas: en la Olla, cerca de una fuente: dentro del lugar, en la fuente de
abajo: junto al Trampal: en la bajada del pueblo al Muladar Alto: en la dehesa
y cerca de la fuente del Alamillo: en Cañada la Calera: en el arroyo del Sapo:
junto al río del Campo: en las Alcobas: en la fuente de la Sierpe: en la de la
Campana: junto a la ermita de San Miguel de Cárdena: y últimamente en la de San
Juan del Berrocal.
Son las reminiscencias de antiguas
leyendas, que se conocen por toda España, de los tesoros de los romanos, o de
los moros, escondidos en lugares secretos en su huída de los bárbaros o de los
cristianos, y esperando que alguien, con fortuna, los encuentre.
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