En una de mis conversaciones con uno
de los más conspicuos vecinos de Aldeavieja, Lorenzo Magdaleno, me contó cómo,
cuando se desalojó el antiguo edificio del Ayuntamiento, vio en una de las
estancias del piso superior un cepo; en sus propias palabras, de “cuatro metros de largo y doscientos kilos de
peso”.
Se trataba del antiguo cepo que se
encontraba en la cárcel del pueblo, con el fin de inmovilizar a los reos
durante todo el tiempo de su permanencia en la celda o en las horas nocturnas
para impedir que tratasen de escapar.
Según el “Catastro del Marqués de la
Ensenada”, redactado en 1752, se dice que Aldeavieja “asimismo tiene dos casas consistoriales, una (de ellas) para cárcel”
y en el “Diccionario Geográfico” de Pascual Madoz, redactado en 1848, se dice
de Aldeavieja: “(tiene) una plaza
cuadrilonga, y muy regular; en ella la casa del Ayuntamiento, que sirve también
de cárcel, y un pilar para abrevadero de los ganados…”
Pero… ¿qué es un cepo?; en el
Diccionario de la Lengua Castellana de 1729, se puede leer lo siguiente:
CEPO: prisión de dos vigas gruesas, con
varios agujeros a trechos, hechos a medida de la garganta del pie; en los
cuales metiendo las piernas del reo, y cerrando las vigas, queda asegurado de
forma que no puede escapar. Viene del latino cippus, que significa lo mismo.
El cepo es, pues, un instrumento
carcelario con el que se inmovilizaba a los presos, bien por su peligrosidad,
bien para evitar su huida en las horas nocturnas o, simplemente, como un
castigo añadido más a la pena de prisión.
Me contó Lorenzo que, el cepo de
nuestro pueblo, se hizo con la madera, seguramente de encina, cortada en un
monte comunal que se encontraba en el paraje que hoy está delimitado por la
calle Domingo Castro Camarena y la colada de Valdeherreros; el lugar, desde
entonces, pasó a denominarse “cerca del cepo”, por salir de él tan ignominioso
instrumento.
Como decía, el cepo desapareció
cuando el Ayuntamiento se desalojó al llevar sus oficinas al nuevo edificio de
la carreterilla (hoy avenida de Ávila); borrándose toda huella y recuerdo de su
existencia; también me relató Lorenzo cómo, junto al cepo, él distinguió un
viejo orinal (de esos grandes con tapa) que utilizaban los presos para evacuar
sus necesidades y que el alguacil de turno se encargaría de vaciar todos los días.
Creo recordar que, en mi niñez, me
contaban que la cárcel estaba en la planta baja del Ayuntamiento, a la
izquierda de la puerta de entrada y que por aquella ventana las familias se
ponían en contacto con ellos o les pasaban las comidas, no sé qué habría de
cierto en ello.
Si quisiéramos tener una idea visual
de cómo eran aquellas cárceles y de cómo era el famoso “cepo”, deberíamos
visitar la antigua cárcel del pueblo de Pedraza, que está abierta al público,
donde podremos contemplar un “cepo” muy parecido (por no decir igual) al que
habría en nuestro pueblo; algunos guardan su historia y otros se desprenden de
ella.
(Interior de la cárcel vieja de Pedraza, mostrándose cómo se sujetaban los presos al cepo; los agujeros sobre los que están sentados les servían de evacuatorio)
Para comparar, adjunto imágenes del
“cepo” de Pedraza y un dibujo del de Aldeavieja, hecho de memoria por nuestro
convecino Lorenzo, (al que nunca estaré suficientemente agradecido por sus
historias y comentarios); podemos observar
que son muy parecidos.
Cepo de la cárcel vieja de Pedraza
Dibujo del cepo de Aldeavieja