24 de noviembre de 2022

Aldeavieja: el cerro del Campo

 

          Continuando con la serie comenzada con el cerro del Calvario, hoy nos vamos a ocupar del Cerro del Campo; pero…. ¿existe dicho cerro? ¿qué queda de él?.



          Digamos, para comenzar, que a día de hoy sólo queda la mitad del cerro; era el más alto de todos los “calocos” que están en nuestro municipio, 1364 metros. A sus pies, en su ladera norte, pasaba el camino que llevaba a Navalperal de Pinares, el antiguo “camino del campo” llamado así por empezar, precisamente, a los pies del cerro y, por lo mismo, así se conocía, y se sigue conociendo, como carretera del campo, a la que lleva, a través de la sierra, a Cebreros; este camino, hoy abandonado, es fácilmente reconocible, y transitable, hasta que se pasa el cerro que citamos, luego se pierde entre los pastos y, después de doscientos metros, aproximadamente, se visibiliza y continúa hasta la Cruz de Hierro.



          Entre el cerro del Campo y el Calvario corría el arroyo Tijera, que se formaba en el sitio conocido como el Arcamadre, al juntarse algunos de los arroyos (o regajales) que bajaban de la sierra atravesando la dehesa del mismo nombre (Regajales); un poco más arriba estaba el caserío de la dehesa, integrado por una casa de medianas proporciones y uno o dos encerraderos, rodeados de álamos y chopos.



          En la cima del cerro, durante muchos años, se colocaban filas y filas de colmenas, pues la gran riqueza de tomillos, cantuesos, mejoranas, piornos y gencianas atraían a las abejas, que producían una miel de gran calidad.



          De todo esto a lo que nos hemos referido no queda nada; la casa desapareció, el depósito del Arcamadre también y el arroyo Tijera, aunque sigue corriendo hasta morir en el arroyo Cardeña, después de cruzar la Fresneda, lleva un agua sucia y contaminada que poco tiene que ver con aquella donde las mujeres del pueblo iban a lavar su ropa, donde los muchachos iban a refrescarse en los días abrasadores del verano y donde bastantes huertecillos recibían el agua que haría crecer sus buenas lechugas y patatas.



          Hoy, en su lugar, tenemos la cantera, una cantera que produce uno de los mejores productos para la construcción de carreteras y vías de ferrocarril: la corneana; de la que la Wikipedia dice lo siguiente:

Corneana o Hornfels, nombres utilizados para referirse a un mismo tipo de roca metamórfica de contacto, comúnmente de grano fino, suele ser muy dura y puede llegar a presentar algún bandeamiento, su resistencia es tal que es capaz de soportar la acción glacial.

Usos de la Corneana:

-Como fundente en la producción de acero, producción de oro y plata, fabricación de  refractarios de magnesio y dolomita.

-Como piedra de construcción, piedra de revestimiento, decoración de jardines, pavimentación de carreteras y tendidos de ferrocarril.

          ¿Qué decir de la cantera? Pues hay que ser realistas: hoy en día el pueblo no existiría sin la cantera (o no existiría tal y como lo conocemos); los puestos de trabajo creados, tanto en la producción como en su transporte… pueden compensar los daños medioambientales que ocasiona (o deben de compensarlos); en un pueblo en el que los medios tradicionales de producción (ganadería y agricultura) están en franca recesión, sólo la cantera puede proporcionar la estabilidad económica para mantener una población fija que dé vida al municipio, por lo menos a corto y medio plazo.