Aún se oyen lejanos,
pero se oyen y todos saben lo que significa ese sonido; es un runrún monótono,
que va aumentando poco a poco, viene del sur, del otro lado de la sierra y…
todos saben lo que eso significa; poco a poco, día a día, se han ido acostumbrando
a ese sonido… y a sus consecuencias, aunque a estas… nadie se llega a
acostumbrar.
Ya se les ve, son tres
puntos oscuros contra el cielo azul de agosto; tres puntos que se van
agrandando…
-¡Ya están aquí! ¡Los
aviones!
-¡Corred, corred, chicos,
todos a cubierto!
El ruido va aumentando
hasta hacerse casi insoportable; todos corren, de un sitio para otro, buscando
un cobijo, unos se meten en las casas y se agachan debajo de la pila de piedra,
o de la maciza mesa de madera de roble; otros, más afortunados, abren corriendo
la puerta de la bodega, del sótano, y esperan con el corazón en un puño que
acabe pronto.
Algunos, sobre todo los
más jóvenes, se guarecen bajo los árboles de la plaza y miran al cielo mientras
ponen la mano de visera para que el sol no les moleste.
Algún soldado carga el
“máuser” y se prepara, rodilla en tierra para “derribar”, con un poco de
suerte, a algunos de esos pájaros de mal agüero.
Se los ve perder altura
en cuanto han traspasado la barrera de la sierra, son tres aparatos plateados
que destellean al sol, el bramar de los motores ensordece la tarde y, entonces,
comienza otro sonido, igual de conocido e igual de temido: las ametralladoras
de los tres aviones comienzan a escupir balas a la vez que se abre la bodega de
carga y de ella caen las bombas, negras y amenazadoras.
Empiezan a sucederse
las explosiones, surtidores de tierra y piedras se elevan desde el suelo
dejando pequeños cráteres, alguna ha caído en las escuelas… se oyen gritos,
alaridos, lloros, mientras los aviones se elevan preparándose a dar una segunda
vuelta sobre el pueblo.
Un Breguet XIX bombardeando posiciones rebeldes.
…..
Los bombardeos en esta
zona, muy cerca del frente de batalla y lugar elegido, por ello, para reagrupar
tropas, fue bastante frecuente en los primeros meses de la guerra; según la
revista francesa “Occident”, de París, Aldeavieja fue bombardeada por la
aviación gubernamental en tres ocasiones, los días 19 y 21 de agosto de 1936;
el 21 en dos ataques diferentes, arrojándose un total de 650 bombas.
Hay que tener en cuenta
que el tamaño de las bombas variaba mucho, pues iban de 10 a 250 kilos, y que
su poder destructivo, en estos primeros ataques de la guerra, era muy pequeño,
además de ser muy complicado el acertar con los objetivos, con lo que la
mayoría de las bombas o no estallaban o caían fuera de los lugares a los que
iban destinadas.
Los bombardeos prosiguieron durante el mes de agosto, y aunque entre la
población civil no se produjo ninguna baja, las gentes huyeron al campo y, por
último, decidieron evacuar el pueblo, marchando muchas familias hacia Tolbaños
y San Esteban de los Patos; para finales de año y a la vista de que los
bombardeos se fueron espaciando mucho en tiempo y potencia, la mayoría
volvieron a sus hogares.
Durante los
primeros once meses de la guerra, hasta el 1 de junio de 1938, en Ávila y su
provincia se produjeron un total de 29 bombardeos que afectaron a 10
localidades y causaron un total de 73 víctimas.
…..
Una escuadrilla de Breguet en misión de bombardeo.
Los aviones
se van, quedan las nubes de polvo y el humo que han ocasionado algunos pequeños
incendios; los daños no son ni muchos, ni graves, pero queda una sensación de
fragilidad y de impotencia ante esos aparatos que traen la destrucción y a los
que no se puede parar.
Las
escuelas, convertidas en hospital de sangre, han perdido parte del tejado y
algún soldado yace herido en medio de la plaza, junto al pilón de las vacas, se
ven esquirlas de metralla en el chapitel de plomo y pizarra de la iglesia.
…..
En 1936, el bombardero y avión de reconocimiento estándar en la Fuerza Aérea española era el sesquiplano (un tipo de avión cuyo plano superior es 1,5 veces más largo que el inferior) biplaza Bréguet XIX, un modelo francés de 1921 construido bajo licencia en España, aunque en 1934 la Fuerza Aérea francesa ya lo había retirado del servicio. Podía portar hasta 400 kg. de bombas, 6 bombas de 11 kg. debajo de cada una de las alas inferiores, y 48 proyectiles ligeros que se lanzaban a través de un portillo en el suelo del avión, en mitad del fuselaje. Como defensa, el observador/bombardero contaba con dos ametralladoras Vickers de 7,7 mm instaladas en una montura circular, Entre 1926 y 1933 se construyeron en España 200 Bréguet. Equipaban a cinco alas de bombarderos de la Fuerza Aérea. En Getafe había dos escuadrillas de nueve aviones cada una y dese allí salieron los que bombardearon Aldeavieja.
Estos bombardeos no estaban exentos de peligro para los que los realizaban, el diario "El Progreso", de Lugo, en su número de 26 de agosto, decía:
El
comandante que manda las fuerzas que operan en Aldeavieja comunica que fueron
bombardeados por la aviación enemiga, acudiendo inmediatamente varios aparatos
de caza, que lograron derribar tres de los rojos.
El “Diario de Burgos”
de la misma fecha confirmaba:
Comunicado
oficial. Ejército del Norte
El
comandante Merlo comunica desde Aldeavieja que ha sido bombardeado por la
aviación enemiga y que dada la noticia a nuestra aviación acudieron los cazas y
derribaron tres aparatos enemigos que cayeron incendiados.
…..
A principios de 1937 la
situación cambió y, a pesar de algún vuelo solitario de reconocimiento, no se
volvieron a producir bombardeos en el pueblo; ya sólo quedaba el recuerdo de
los malos momentos y llegaba la hora de la épica nacionalista; así en “El Norte
de Castilla” de 2 de noviembre de 1936, se podía leer:
“Cerca
de Aldeavieja se observan en la carretera, huellas de las bombas de aviación...
los elevados hilos de la cabellera telefónica, se ven caídos, enmarañados,
desgreñados por los peines de la ametralladora. El suelo de trozo en trozo,
está cubierto de cristales de los coches a los que alcanzó alguna bomba y aún
vemos en un trigo de espigas sin segar, la bandera española, formada por una
franja de sangre aún reciente que parte en dos el oro de las espigas del campo
castellano. Allí ha caído alguno... Por fin a pocos kilómetros pisamos
Aldeavieja. La iglesia tiene en su torre viruela de la metralla enemiga...
pecados de brica y acero... la escuela, hospital de sangre, fue bombardeada...
costó siete víctimas...”