19 de abril de 2025

Aldeavieja: La Capilla de San José, sepulturas I

 

     Hoy voy a retomar un tema que ya he tratado hace cinco años sobre Luis García de Cerecedo; os acordaréis de aquel negociante, prohombre del rey (Felipe IV), al que vendía las monturas que tanto su ejército, como sus transportes necesitaban; lo encontraréis en las entradas del 28 de abril de 2020 (Aldeavieja: Luis García de Cerecedo) y en las dos anteriores, sobre el retablo y la capilla que fundó en la iglesia del pueblo.



     Voy a mostraros uno de los puntos de esa capilla a los que se dedica menos la atención: las sepulturas del caballero y de su familia, que se encuentran a nuestros pies, y nunca mejor dicho, pues forman parte del enlosado de la capilla.

     Las reconoceréis enseguida: hay cuatro sepulturas cercanas al altar de la capilla que, en su base, tienen representada una calavera… esas son. Las dos centrales son las que más nos interesan; en la primera se puede leer:



AQUÍ YACEN LOS SEÑORES BALTASAR GARCÍA, PADRE DEL SEÑOR LUIS GARCÍA DE CERECEDO, FUNDADOR DE ESTA CAPILLA, QUE MURIÓ EN LA CIUDAD DE ANDÚJAR EL AÑO DE 1631 Y SE LE TRASLADÓ A ESTE SEPULCRO CON MARÍA GONZÁLEZ DE CERECEDO, SU MUJER, AÑO DE 1672, REQUIESCANT IN PACEM

     Son los padres de nuestro protagonista, que vivían en Andújar donde cuidaban de la extensa ganadería que poseían y con la que el hijo comerciaba; una vez acabada la Capilla, traen sus restos a Aldeavieja y los hace enterrar en ella, siendo la primera sepultura que se hace en la misma.

     La de al lado, reza así:

AQUÍ YACEN LOS SEÑORES LUIS GARCÍA DE CERECEDO Y MARÍA DE HERRERA, SU MUJER, FUNDADORES DE ESTA CAPILLA Y DE LAS MEMORIAS DE CASAR HUÉRFANAS, SOCORRO DE POBRES VERGONZANTES Y VESTIR TRES PERSONAS A HONRA DE JHS, MARÍA Y JOSÉ, AÑO DE 1675. SOLIDEO HONORE.



     Es, por supuesto la de los fundadores de la Capilla, Luis falleció en 1676, un año después de la fecha que aparece en la lápida, se supone que la hizo esculpir en un momento en que ya se veía cerca de la muerte y, junto a su cadáver, hace poner el de su mujer, que había fallecido en 1662, catorce años antes.

     La tercera lápida a la que hoy hacemos referencia dice así:

AQUÍ YACEN JOSEPH GARCÍA CERECEDO Y JUANA BAQUERO DE HERRERA, SU MUJER, SOBRINOS Y SEGUNDOS PATRONES DE ESTA CAPILLA Y DE SUS MEMORIAS Y OBRAS PÍAS, QUE FUERON LOS SEÑORES LUIS GARCÍA CERECEDO Y MARÍA DE HERRERA, SU MUJER, AÑO DE 1707. Y JOSEPH GARCÍA CERECEDO SU HIJO, QUE MURIÓ DE EDAD DE 20 AÑOS. A 29 DE AGOSTO DE 1690.

     Cuando paséis por aquí no dejéis de verlas y de apreciar el magnífico estado de conservación en que están. Otro día os hablaré de las demás sepulturas que allí se encuentran.

14 de marzo de 2025

Aldeavieja 1966


          En enero del año pasado ofrecía un artículo aparecido en "El Diario de Ávila", en 1972, en el que hablaba del pueblo, de nuestro pueblo, de su presente y de su posible futuro; hoy os traigo otro, del mismo autor Pedro de Ulaca, pero éste aparecido seis años antes, en diciembre de 1966 y en el que se encuentran cosas curiosas, como el poco conocimiento que el periodista tenía de la realidad del pueblo al hablar de una fábrica de curtidos, desaparecida hacía casi cien años; en fin, como él lo escribió así os lo presento, pues también alguno de sus augurios se han cumplido.

Aldeavieja




          Como su nombre lo indica, existió de muy antiguo este poblado en cuyo término se anotan como accidentes importantes la Huerta de don Antonio Zahonero; la Huerta de don José López, la Huerta de las Charcas, una fábrica de Curtidos denominada “Las Tenerías”, una ermita en ruinas antiguamente dedicada a San Cristóbal, otra ermita del título del Santísimo Cristo de la Agonía y un Santuario más importante con casa; lugar de animada y devota romería durante todo el año, con fiesta principal en septiembre, en honor de la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora del Cubillo.

          Hoy Aldeavieja, comunicada con la capital de la provincia por la espléndida carretera de Madrid, a veintidós kilómetros de distancia, tiene una población de quinientos cuatro habitantes, viviendo en ciento cincuenta y una casas. Una población muy unida en aspiraciones en torno a las autoridades locales. Una población que cultiva la inteligencia en cuantas ocasiones y por cuantos medios se le ofrecen para adquirir un nivel de vida del tono del ambiente que la comunicación de una vía de primer orden pide a nuestros pueblos más adelantados.

          En Aldeavieja se tiene confianza en el progreso de la agricultura y la ganadería provinciales. Y es un pueblo que no ha entra aún –aunque no le falta el ambiente de serranía y horizontes castellanos- en ese movimiento de ansiedad que crea por doquier el fomento de colonias veraniegas. Todavía no ha sonado en Madrid el nombre, de tan simpático y atrayente lugar para que las gentes comiencen a solicitar solares sobre los cuales construir villas y hoteles… Pero es fácil que un día, si el progreso agrícola y ganadero muestra el producto de la unidad en las explotaciones posibles, también el turismo transforme la faz del poblado y bajo los arcos de la monumental ermita de San Cristóbal veamos un bar en que los viajeros de automóviles evoquen el culto a su Patrono…

Pedro de ULACA


26 de febrero de 2025

Aldeavieja: Una iglesia en pinturas

Hoy os traigo una serie de cuadros, de distintos estilos, diferente formato, técnicas variadas y de varios autores; no os indico sus nombres pues, quizás sea lo de menos, simplemente que gocéis de su visión. Lo que les une es el tema: la iglesia parroquial. Podéis votar, a ver cual es más de vuestro gusto.


 








10 de febrero de 2025

El buen rey Wenceslao

 

EL BUEN REY WENCESLAO.


     ¿Conocen la historia del Buen Rey Wenceslao? ¿no?, pues es una historia de lo más curioso; verán ustedes, el rey Wenceslao tenía, como todos los reyes que se precien de serlo, tres hijas, la mayor, la mediana y la menor, como corresponde a todo rey; la mayor, como siempre, era la más orgullosa y la más fea; la segunda era coqueta e insoportable; y la tercera era una belleza que atraía a todos por su candidez e inocencia; bordaba, cosía, cocinaba pastelillos, y obedecía en todo a su padre, el Buen rey Wenceslao; el cual la mimaba y la quería por encima de todo. Se me olvidaba decir que, como es natural, el rey éste, además, era viudo. Pero sigamos; mientras las dos hermanas mayores planeaban guateques a espaldas de su padre y enviaban notitas amorosas a sus mil y un enamorados galanes, paseaban por los jardines y no perdían ocasión para demostrar que, a pesar de todo, eran unas reales mozas, las más pequeña tañía dulcemente el laud en sus habitaciones o suspiraba con los ojos tiernos apoyada soñadoramente en la ventana esperando la llegada de algún enamorado y bellísimo galán, (léase príncipe).

     Como en toda historia de este tipo, un día apareció por el palacio un hermosísimo joven que, por lo visto, era un príncipe de un remotísimo país, que venía en viaje de estudios y aprovechaba su paso por allí para informarse de la situación socio-política-económica de la región. Pero la vida regalona de la corte y los innumerables placeres que la vida presenta a todo joven rico pronto le hicieron abandonar su primitivo deseo, muy a despecho de la ira de su viejo y honorable tutor, y dedicarse a frecuentar las tertulias y reuniones que las dos princesas mayores daban por aquel entonces.

     La bella princesita se había enterado también de la presencia de aquel rubio, alto y ojiazuloso príncipe y cada día dormía menos y suspiraba más; como es de lo más natural, el príncipe pronto se cansó de la vaciedad y frivolidad de las dos hermanas  mayores y comenzó a espaciar sus visitas a ambas; a sus oídos había llegado la noticia  de que en aquel palacio había además otra princesita de la que todos se hacían lenguas por su belleza y su sencillez, y el príncipe estaba deseoso de encontrar una ocasión para poder apreciar estas bondades.

     Y he aquí que una noche cuando la luna sumergía en plateados rayos la frondosidad del jardín del palacio, el príncipe y la princesita se encontraron; la idílica escena es para relatarla con todos sus puntos y sus comas:

Príncipe: -¡Oh, princesita!.

Princesita: ¡Ohhhhh!

Príncipe: Adorable criatura.

Princesita: ¡Ahhhhh!

Príncipe: Sois la más bella de lo que imaginé y de lo que dicen.

Princesita: ¡Uhhhhh!

Príncipe: Una mirada vuestra y ya podría morir tranquilo...

Princesita: ¡Ohhhhh!

Príncipe: ¡Oh! ¡Mirad la luna! ¡Ella será testigo de vuestra belleza y de mi amor por vos!

Princesita: ¡Ahhhhh!

Príncipe: ¡Os amo, diosa de la noche! ¡Os amo, estrella más luminosa que el mismo sol!

Princesita: ¡Uhhhhh ¡

Príncipe: ¡Miradme! ¡Mirad como caigo rendido ante vos!

Princesita: ¡Ohhhhh!

Príncipe: Ni mi reino, ni mis riquezas, ni mi gloria, ni nada en este mundo puede compararse con vuestra dulzura.

Princesita: ¡Ahhhhh!

Príncipe: ¡Una palabra! ¡Sólo una palabra, señora de mi corazón!

Princesita: ¡Uhhhhh!

Príncipe: ¡No me hagáis sufrir de esa manera! ¡Mirad cómo os amo! ¡No os vayáis así, sin decirme siquiera que me habéis visto, que habéis reparado en mí!

Princesita: ¡Ohhhhh!

Príncipe: ¡Escupidme! ¡Pisadme! ¡Llamad a la Guardia! ¡Pero dignaos contestar a mi corazón!

Princesita: ¡Ahhhhh!

Príncipe: ¡Oh cruel! ¡Mirad mi corazón desgarrado! ¡Apiadaos de mí!

Princesita: ¡Uhhhhh!

Príncipe: ¡Amor! ¡Amor!

    

     ¿No lo han comprendido todavía? A mi manera de ver, es una estructura social dinámicamente competitiva, por tanto de dominación, con una relación psico-neumática ineludible. Relación que ha de mantenerse a perpetuidad, creándose una dependencia inequívoca, merced a la cual el dialogante pocas veces juega ya sobre seguro con el diálogo del objeto, porque, autoconvertido éste en objeto con valor de cambio, puede hacerse valer frente al dialogante usual, y explotarle a su vez, mediante el juego de la posibilidad de su escapada hacia un mejor postor. Una vez más, la dialéctica del dialogante y del dialogado se pone de manifiesto y ambos conservan su rol respectivo jugando con la necesidad que uno conserva del otro. ¿Lo entienden ya?

     El final de la escena mejor que no se la cuento, pues podría romper el encanto que posee todo idilio, y además, es bonito que a veces la imaginación de cada cual trabaje algo.

     Como habremos podido observar, en toda esta historia lo de menos es el Buen Rey Wenceslao, pero de alguna manera había que empezar.

2 de febrero de 2025

APOTEOSIS Y TRIUNFO CON ESTRAMBOTE FINAL DE LOS PIES.

 

 

APOTEOSIS Y TRIUNFO CON ESTRAMBOTE FINAL DE LOS PIES.



     Todos los hombres (y mujeres) piensan con los pies, y los grandes hombres (y mujeres) son los que más usan los pies para pensar.

     ¿Os acordáis de Alejandro el Grande?, Alejandro tenía un caballo, Bucéfalo, y sentado en sus lomos recorrió el mundo conocido y lo conquistó, ¿por qué?, porque pensaba con los pies, se le hinchaban; la arena del desierto persa le quemaba las plantas, la arena y las piedrecitas se le metían en las sandalias y le impedían caminar, no podía usar calcetines pues el calor hacía que le sudasen los pies y el tufo nocturno alejaba a sus concubinas. ¿Solución?, se montó en el caballo, colocó sus extremidades inferiores en los estribos elegante y cómodamente forrados de piel de oveja y se lanzó adelante, muy sencillo.

     Los casos históricos serían infinitos y no es cuestión de ir reescribiendo la historia universal para demostrar que mi aseveración es exacta, como muestra bien vale un botón.

     Lo que vamos a hacer es explicar el método, el camino que hace que los hombres (y las mujeres) utilicen un lugar tan alejado del cerebro para realizar unas funciones que, hasta ahora, se suponía que eran exclusivas de un órgano noble y elevado (dependiendo de la altura de cada individuo) que estaba alojado en la cabeza.

     Está claro que si yo digo “voy a comer”, no estoy utilizando los pies, pero tampoco utilizo la cabeza, eso es un acto reflejo, natural, ya que mi estómago, mi cuerpo, me pide alimento y yo se lo doy. Otra cuestión sería que tuviese hambre y no tuviera a mi alcance nada con qué aliviarlo, entonces sí que habría que pensar, pero eso es otra cuestión. Lo que ahora hay que dejar claro es que cuando uno hace uso de una función natural o refleja, no utiliza el pensamiento, la razón; con lo cual dejamos aparte todo ese ir y venir que los humanos (y las humanas) nos traemos y que ocupan un tiempo muy considerable de nuestras vidas.

     Otra cuestión que hay que hacer desaparecer del ámbito del pensamiento es todo aquello que hace referencia a los actos más o menos mecánicos que todos realizamos infinidad de veces al día. Poner un pie delante del otro cuando andamos o inhalar aire 25 veces por minuto, no es nada del otro mundo, eso necesita poco cacumen. Llevar el tenedor a la boca al comer o secarse las manos con la toalla después de lavarlas tampoco requiere, ni siquiera, atención; salvedad hecha de cuando no hay toalla o tenedor o calle donde plantar los pies.    

     ¿Cuándo pensamos entonces? Pues, realmente, muy pocas veces. Examinemos un día normal de una persona normal en unas condiciones normales.

     Suena el despertador... la mano se levanta automáticamente buscando el pulsador que lo calle, un golpe, dos... cae al suelo, de alguna manera, no demasiado estudiada hasta ahora, deja de sonar; esperas uno o dos minutos en la cama o te tiras de ella, tanto da; una vez con los pies en las zapatillas (siempre los pies) te diriges al cuarto de baño. Te desaguas, te aguas, ablucionas, dentelleas, te sonríes y te peinas, puede que te afeites o te maquilles... ¿Has usado para algo el raciocinio? ¿Has pensado si te has lavado con más o menos agua? ¿está la raya del pelo un milímetro o tres más a la derecha o a la izquierda de lo normal? ¿Cuántas caries te has contado? Me parece que tu respuesta a éstas o parecidas preguntas no debe de ser muy clara, ¿me equivoco?.

     Pero sigamos, te vistes, la misma ropa de ayer, la primera que encuentras en el armario o esa que ya has dejado preparada; si no vas a ir a ningún sitio que se salga de lo corriente, y si se sale de lo corriente no es válido para este sutil estudio, no pones demasiado interés, ya vistas bien o vistas mal; pues eso es resultado de un minucioso proceso anterior que va acompañado a la educación de cada individuo y que, una vez aprendido y aprehendido, no se vuelve a utilizar; la elegancia se convierte entonces en una cosa natural, y el adanismo también.

     ¿Desayunas en casa? Si es así, el café o la leche se estarán calentando ya y te aguarda la taza con el pan, la mantequilla, la mermelada o quizás las galletas o la tostada o el zumo de frutas... si tienes la suerte de que te lo den ya preparado, si eres uno de esos afortunados mortales... no hay problema, y si no lo es, tampoco: tienes tal práctica diaria en esos menesteres que no te preguntas cuánto café, ni cuánto azúcar, ni cuánta leche, ni su temperatura... todo es tan maquinal, tan automático que, si ahora lo piensas, en uno de esos raros momentos en que todos nos preguntamos por nuestros actos más nimios, no podrías responder el por qué, ni el cómo, ni el cuándo, ni el cuánto, ni nada de nada.

     Ya estás en la calle, ¿en qué vas a tu trabajo metro, autobús, andando...? ¿has pensado alguna vez dónde está tu parada o la estación? ¿qué calles tienes que cruzar o que recorrer? No vamos a hablar ahora de esas situaciones anómalas de huelgas, cortes de calles, obras o cosas extrañas que casi nunca acontecen.

     ¿En qué trabajas? ¿eres jefe o un simple número más? Seguro que eres más, pues casi todo el mundo es más, aunque eso tampoco importa mucho ahora. ¿Funcionario, administrativo, albañil, conductor, dependiente... vendedor, guardia urbano?. Bueno, pues vamos a trabajar.

     No me vas a venir a estas alturas con que utilizas la cabeza cuando trabajas... u obedeces o mandas, si obedeces ya sabes y si mandas... es que obedeces a otro que te ha mandado, pues aquí los superjefazos no cuentan, no son normales.

     ¿Qué nos queda? Quizás lo más interesante, quitamos las horas de las comidas y cenas, las posibles siestas, el tiempo que pasas delante de la televisión y nos encontramos con unas tres, cuatro o cinco horas, depende de los individuos, en las que parece ser que quizás pensemos. Veamos si es cierto.

     Estoy aquí, sentado frente a la máquina de escribir haciendo, se supone, el ingente esfuerzo intelectual de intentar escribir un cuento, tengo ante mí la hoja en blanco, distante, fría, interrogante y amenazadora, como pidiendo o exigiendo que se la rellene, van y vienen ideas por la cabeza, ¿por la cabeza?, ¿puedo estar seguro de ello?

     Considero que escribir sobre la realidad de que la gente piensa con los pies es una buena idea, pero ¿es acaso una buena idea? Hay una sentencia que dice: “los pies fríos y la cabeza caliente”, esta frase quiere decir que si pienso con la cabeza, o sea, que si la caliento, los pies se me van a enfriar, y yo, realmente, no siento frío en los pies, ¿quiere decir eso que no pienso? O por el contrario ¿es falso el dicho que lleva tras de sí cientos de años de confirmación y al que la sabiduría popular ha dado fuerza de  ley?. La duda es esa, y ante la duda hay que elegir, pero elegir con un punto mínimo de razonamiento ¿qué es lo razonable? Pensemos... si una cosa es falsa y se demuestra que lo es, ¿no se desecha rápidamente para no dar lugar a más equívocos? Si algo es mentira ¿no hay libros, ensayos, conferencias, instruyendo al personal de que aquello es erróneo y de que la verdad hay que encontrarla en tal o cual sitio?, si ello es así ¿quién ha oído alguna vez decir que los pies fríos no acompañan a una cabeza caliente, o que el pensar no enfría los pies?, yo jamás lo he oído, luego se deduce que dicho aserto es cierto y sigue en vigencia.

     Existe otra sentencia que dice: “El que no tiene cabeza tiene que tener pies” o algo así. Yo tengo pies, de eso no me cabe la menor duda, ¿deduzco de ello que no tengo cabeza? Pero el caso es que sí tengo cabeza, de eso tampoco tengo la menor duda... luego... luego hay que admitir que esta frase tiene una explicación metafísica, no simplemente orgánica. quiere decir, a mi entender, que el que no usa la cabeza tiene que utilizar los pies y, llegado a este punto ¿qué uso yo, la cabeza o los pies?

     Si tengo cabeza y tengo pies y he de elegir entre usar una u otros, ¿qué hago? ¿puede moverse la cabeza sin los pies? ¿pueden moverse los pies sin la cabeza? Hay dudas razonables, pienso que el autor del bello y oscuro aforismo que tratamos de explicar no lo tenía del todo claro, pero, si no lo tenía claro es que no debía de andar bien de la cabeza, y si no andaba bien de la cabeza puede que, quizás, sí que anduviese bien de los pies, de lo que se deduce que en esos miembros residía su auténtica valía. Todo ello muy razonable pero ¿y si tampoco andaba bien de los pies?. Vamos a dejarle en una duda, en un puede que sí-puede que no.

     Demos un último repaso a otros argumentos literarios y consuetudinarios que tratan sobre el tema. Cuando se dice que uno “cae de pie” o que “nace de pie”, se hace mención a que uno tiene suerte o va bien, o todo le sale redondo. Como quiera que esas cosas no son obra de la casualidad más que en contadas ocasiones, pues cada cual se labra su propia suerte, habría que deducir que los pies labran nuestra fortuna y la fortuna no se labra sola, que necesita un labrador, nos viene por un profundo conocimiento o un delicado cálculo o la suma de ambas cosas y alguna más, todo ello por el denodado esfuerzo de los pies.

     Pies, ¿para qué os quiero?”, dice otro aforismo, y ¿para qué se van a querer?, después de todas las anteriores cavilaciones, la respuesta sólo puede ser una: para todo.

     Es más, cuando alguien cree “a pie juntillas” o va “con pies de plomo” o está “a pie de obra”, o realiza algo con “pie forzado”, no está más que expresando una realidad: el pie, siempre el pie, derecho e izquierdo, es el alma de todo aquello que realizamos o creamos, pensamos o sentimos, soñamos y vivimos.

     En fin, y como colofón, postrarse a los pies de alguien es la suma reverencia y honor que se le puede hacer a una persona y ¿acaso se acata o adora lo más bajo e infame?, no, no y mil veces no; se adora y venera sólo aquello que es grande y sublime; y lo más grande y sublime en el hombre (y en la mujer), lo que le diferencia del animal es su inteligencia, su capacidad de raciocinio: sus pies, órgano donde reside tan majestuosa capacidad.

     ¿Demuestra todo esto que los humanos pensamos con los pies? Creo que sí; de todos modos, no hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor para comprender que eso es así: ¿contaminación brutal y degradante? ¿guerras absurdas y asesinas? ¿distribución de la riqueza y del hambre tan escandalosamente desigual? ¿Julio Iglesias? ¿la música rap?.

     Puede que a alguna mente calenturienta y arriscada no le convenzan las pruebas hasta aquí aducidas, tanto literarias como históricas, sólo nos queda, pues, ofrecer las pruebas físicas, avaladas por los más importantes y recientes estudios anatómicos realizados en Harvard y Oxford.

     La cabeza”, dice el Dr. Samuelson, “está compuesta, principalmente, por parte externa e interna (copio literalmente). La externa es: ojos, pelo, nariz, boca, orejas y piel, presentando, algunos individuos, accesorios extras, tales como granitos, impurezas, verrugas y legañas, considerando los mocos como parte interna que se derrama por mucorragia al exterior: La parte interna, incluida la mucosidad anteriormente citada, está compuesta por huesos, sangre, dientes, lengua, cerumen y seso.”.

     Sigue explicando el Dr. Samuelson que el seso “parte blanda que está dentro del cráneo, nauseabunda de ver y de color indescriptible” (aquí el eminente científico hace un aparte y nos confiesa, con esa franqueza y sencillez que sólo poseen los auténticos genios, que él nunca ha podido resistir la visión de la cosa, la llama así “la cosa”, y que, por supuesto, nunca la ha tocado ni con pinzas) “el seso, dice, tiene la función de conectar entre sí los cables que van desde los ojos, lengua, mandíbulas y, en algunos individuos, orejas, para que se muevan y tengan funcionalidad, siendo una cosa así como una especie de motor, depósito y archivador de las acciones de dichos órganos” y más adelante... “está demostrado que un trozo de cerebro contiene la memoria, otro la visión, otro el gusto, otro el oído, otro las funciones motoras, otro el equilibrio, etc, etc,” estando, pues, tan ocupado ¿dónde va a estar la facultad de pensar que, siendo lo más importante, debería de ocupar el trozo más grande? Quitando las porciones relativas a las funciones anteriormente dichas, nos queda un trozo tan ridículo que no merece la pena ni detenerse en él”.

   ¿Y los pies? Aquí simplemente transcribiremos la conclusión a la que llega el ilustre McFoot en su “Anatomía comparada del ser y del  no ser” (Edimburgo, 1992, Facultad de Medicina): “Los pies son los impulsores del ser humano

     ¿Qué más se puede decir?

    

 

22 de enero de 2025

CAPERUCITA Y EL LOBO

 

CAPERUCITA Y EL LOBO


     -¿Y si la Caperucita se hubiese comido al lobo?

     Confieso que me lo he preguntado miles de veces, desde muy pequeño; la realidad es que Caperucita nunca me ha caído bien, se parece demasiado a esas niñas buenas que sirven de ejemplo en los libros de texto para infantes en fase de idiotización. Es por eso que he dado miles de vueltas a este asunto, cavilando sobre una posible confusión del narrador. El lobo parece un animal educado e indefenso, no entra en las casas sin llamar primero, se presta a conversaciones idiotas con niñitas repelentes, de verdad que su paciencia me ha asombrado cantidad de veces, y siempre he llegado a la conclusión de que un personaje así, educado, simple, buen dialogante, es imposible que cometa un acto tan absurdo como el de intentar comerse a Caperucita; darla un curso sobre convivencia humana, o regalarla un libro sobre “Cómo entablar una conversación”, pase, pero comérsela así, cruda y con un absurdo caperuzón rojo me parece un disparate tal como si Shakespeare hubiese escrito “Una noche de strip-tease”; para mí que el autor de la Caperucita, debía de ser un individuo lleno de complejos infantiles o una repulsiva niñita perteneciente a la Hijas de María.

     Porque ¿a quien le cabe en la cabeza que un lobo hecho y derecho y que además habla, vaya por ahí dedicándose a cautivar jóvenes impúberes con ánimo gastronómico? ¡Vamos ya! Si hay por ahí sueltas unas lobas de no te menees, y las ovejas cada año se presentan más rollizas y más apetitosas, no puedo creer que el gusto de un lobo degenere hasta tal punto que no le importe cambiar un menú de pierna de cordero adobada con jamoncitos de cochinillo por el lomo enteco y blancuzco de una parvularia.

     Además, un lobo que sabe hablar... ¡Pues no tiene futuro ni nada! Hoy en día ese número en los circos está escasísimo, y la gente se pirría por los lobos habladores; y si no, sólo tiene que dar un ciclo de conferencias por los Colegios Mayores, he visto a sesudos universitarios quedarse lelos por mucho menos.

     ¡Comerse a Caperucita! ¡Pero que idea más ridícula!

     Es precisamente a Caperucita a quien señalo con  mi dedo acusador, o ¿es que es tan tonta como para confundir a un lobo con su abuelita? ¿Es que no sabía que las abuelitas no tienen el morro negro y húmedo, o es que su abuelita pertenecía a una raza pariente de la cánida? Si esto se consigue demostrar, la idea de que Caperucita se comió al lobo y luego fue contando por ahí un rollo macabeo puede empezar a tomar forma.

12 de enero de 2025

O

 


 

     Si la o no existiese, ¿qué podría pasar?. Esta pregunta ha invadido mi mente en los últimos siete años y aún no he encontrado una respuesta satisfactoria. Si la o desapareciese...

     He hablado del tema con lingüistas de fama internacional, pero todos ellos me han tomado por loco, me han explicado que una desaparición tal es científicamente imposible, que las letras no desaparecen porque son un producto vital para la comunicación humana, que las vocales, entre las que se encuentra la o, proceden y preceden a todo conocimiento humano, que su desaparición sería algo así como la desaparición de la vida, que lo mejor que podía hacer era dedicarme a componer versos y que dejara de preocuparme de esas cosas absurdas.

     No sé, puede que tengan razón, que no haya por qué preocuparme, pero hay un algo que me dice que la o es un elemento llamado a una próxima desaparición, que la o será algún día algo así como un dinosaurio, un ser monstruoso, sólo existente en épocas pretéritas y del que sólo se tiene memoria a través de elementos dispares e incompletos.

     Y, la verdad, me asusta un poco que la o pueda desaparecer un día, la o es bonita, es un poco como el “Huevo de Colón”, pero en un sentido más elegante, el mismo Colón no habría existido si no fuera por la o, ¿se imaginan ustedes?, el descubridor de América se llamaría Calán, Celén, Culún, Cilín, o una de sus múltiples variaciones, y ya todo dejaría de ser lo mismo, América dejaría de tener ese encanto que Colón le ha dado por el simple hecho de tener dos oes en su nombre.

     Y el mundo, ya no existiría el mundo, sería el munda, el munde, el mundi, el mundu, dejaríamos de vivir en este maravilloso planeta, el mundo no sería y la redondez de la tierra se convertiría en una u abierta por donde podría escaparse todo el agua de que se alimentan nuestros océanos. Sólo el pensarlo me pone los pelos de punta; y así, ¿cómo voy a dejar de pensar en un asunto que compromete nuestra seguridad, nuestra propia vida? Yo creo que las naciones debieran dedicar parte de sus presupuestos nacionales al problema de la desaparición de la o, pues la o es una cosa frágil, un algo débil, ¿se dan cuenta? Una simple goma de borrar puede dar al traste con los sueños que hemos elaborado durante siglos los hombres, una simple goma de borrar...

     Nuestro cuerpo sin la o sería un ser monstruoso, inacabado, los hombres huiríamos los unos de los otros llenos de un temor ciertamente comprensible, como cuando nos hallamos ante un fenómeno de la naturaleza: un caballo con cabeza de mosca, un río corriendo hacia arriba, un árbol sin tronco... ¿se imaginan?

     Es algo de lo que no debemos descuidarnos, en cualquier momento la o puede desaparecer.

     No, no lo tomen a broma, ¿se han dado cuenta alguna vez de las veces que durante el día utilizamos la letra o?, ¿cuántas veces en una hora?, ¿en un minuto?.

     Yo ya escribí al departamento correspondiente del Ministerio de Cultura, pero aún estoy esperando la respuesta; no sé qué pensar de nuestro futuro cuando veo en qué manos de irresponsables está confiado el gobierno y la seguridad de nuestro pueblo, porque t d  puede suceder, t d  es p sible, y nunca p dem s estar segur s de que alg  tan vital c m  la letra   pueda estar siempre junt  a n s  tr  s. N  seríam  s h mbres, n  estaríam s  viv s, ls hijs n existirían, ls puebls desaparecerían, el vin, el amr, el di, las flres, Dis, td...

3 de enero de 2025

EL PRIMER HOMBRE NEGRO (Investigación imaginativa; o sea: CUENTO)

 

EL PRIMER HOMBRE NEGRO.

 

     ¿Cuál fue el primer hombre negro? He aquí un enigma para los historiadores y para los etnólogos; todos saben quien fue el primer hombre que pisó la Luna, el primer hombre que condujo un automóvil, el primer europeo que fumó en pipa, hasta se sabe quién fue el primer hombre que tocó la armónica en Valdeajos, provincia de Burgos. Pero, ¿quién fue el primer hombre negro?

     Mis estudios me han colocado ante diversas hipótesis, pero hoy quiero mostrar al mundo el resultado final de mis investigaciones, el fruto de muchos años de trabajo, una respuesta al enigma que ha tenido en vilo a tantas generaciones; puedo enorgullecerme de ello y tener la seguridad de que no habrá quien pueda rebatir mis conclusiones.

     El primer hombre negro fue Groucho Marx.

     Y ahora pasaré a la demostración, Antes de que yo naciese no existía el mundo y lo sé por la sencilla razón de que no recuerdo que antes de mí existiese nada, yo aún no había nacido y nadie podrá demostrar que había algo antes que yo, pues yo no lo había visto antes. Hasta que no se ve una cosa, no puede haber una certeza indudable de que esa cosa exista; antes de Newton no existía la fuerza de la gravedad, antes de Marx no existía el comunismo, antes de Morton no existía el calendario de papel, la pajarita de cuello no existió hasta que Johnson se anudó una serpiente por equivocación, los ratones sólo existieron en el momento en que un gato pensó que allí había ratones; luego, nada existió hasta que yo lo vi, ya que antes no lo había visto.

     Una vez dejado claro este punto, pasaré a explicar por qué Groucho Marx es el primer hombre negro. Yo no había visto nunca a ningún negro hasta que fui a la Universidad; se me dirá que ya antes los había visto en las películas de Tarzán o en los cromos de Razas Humanas, pero esos eran negros no reales, estaban o pintados en un papel o metidos en celuloide y ya sabemos los milagros que el cine puede hacer en materia de caracterización (ver AI). Bueno, el caso es que mi primer negro lo vi en la Universidad, y tampoco era negro del todo, tenía un tinte azulado que me decepcionó un tanto, los negros, creo yo, o son negros o no son, ya que las cosas han de ser serias o uno no podría fiarse de las cosas; el segundo negro que vi también me decepcionó, fue en la calle, mientras paseaba, mi curiosidad y el buen final de mis investigaciones me llevó a intimar con él, descubriendo que tampoco era negro del todo, tenía un ligero color chocolate, por lo que pensé que hacía tiempo que no se lavaba y que me estaba engañando, queriendo sorprender mi buena fe.

     Aparte de su color, asimismo descubrí que eran jóvenes, luego llegué a la conclusión de que debía de haber negros más mayores, ya que hay blancos viejos, jóvenes y niños, y por lo tanto ninguno de ellos dos podía ser el primer hombre negro, pues todo viejo es anterior a todo joven, eso lo sé porque después de aparecer yo en el mundo he visto que nacían hombres y mujeres, que crecían y se iban volviendo viejos y que los más viejos eran anteriores a los más jóvenes, a los que no he visto nacer los supongo o posteriores o contemporáneos a mí.

     Bueno, seguiré, un día, en un periódico vi una fotografía de un individuo con bigote, me dijeron que era Groucho Marx, yo hasta entonces no había visto nunca un periódico, ocupado como estaba en mis investigaciones; el caso es que la fotografía venía en primera página, o sea, que era anterior a las que la sucedían y por lo tanto, siguiendo mis razonamientos, más vieja; las fotografías, según he podido descubrir después, son un retrato fiel de la realidad, sólo que en tamaño reducido, para comprobarlo yo mismo me hice una, no sin ciertos reparos con respecto a un posible empequeñecimiento de mi persona, y comprobé entusiasmado que la fotografía es efectivamente un retrato fiel y veraz; siguiendo el hilo de mi explicación: la foto en cuestión del Sr. Marx tenía dos tonos: blanco y negro, el color blanco se debía, según averigüé inmediatamente, al color del papel en donde estaba impresa la fotografía, luego llegué a la conclusión de que el color negro del señor G. Marx era de naturaleza negra, completamente negra, de un negro sobre el que no cabían dudas ni vacilaciones: era, por fin, el primer ser negro, absolutamente negro, que yo veía; para colmo de mis satisfacciones se me indicó que el señor G. Marx había fallecido y ya no dudé, Groucho Marx era el primer hombre negro de la Historia, ¿por qué?. Dos razones:

     1ª Era el primer hombre completamente negro que yo veía.

     2ª Había fallecido, luego esto quería decir que era viejo, luego si era viejo se deducía que era contemporáneo mío.

     De estas dos premisas se continúa simplemente que Groucho Marx es el primer hombre negro de la Historia.