Voy a iniciar hoy una serie de escritos
dirigidos a aquellos que aún no conocen nuestro pueblo (o lo conocen muy poco)
para que vean los lugares y sitios dignos de visitarse a través de unas
excursiones, más o menos largas y, también, a los nativos del lugar, pues
muchas veces no conocemos bien los sitios en los que vivimos, por eso de la
cercanía o de su conocimiento diario, no dándonos cuenta de la riqueza o de la
belleza que cotidianamente, tenemos ante nuestros ojos; comenzaré, pues, por una breve semblanza de nuestro pueblo,
para situarnos, cronológicamente, ante lo que vamos a leer en próximas
sesiones.
Breve historia de Aldeavieja.
Aldeavieja, población perteneciente a la
provincia de Ávila, está situada al este de la provincia, a 23 kilómetros de su
capital, 37 de Segovia y unos 90 de Madrid; situada sobre la carretera nacional
110, es el primer pueblo de la provincia que se encuentra viniendo, desde
Segovia o desde Madrid, por la N-VI.
Forma parte del Ayuntamiento de Santa
María del Cubillo (junto con el pueblo de Blascoeles); con una altitud,
aproximada, de 1200 metros sobre el nivel del mar y a los pies de la vertiente
norte de la Sierra de Ojos Albos, teniendo al monte de la Cruz de Hierro, con
sus 1662 metros de altitud, como punto más elevado de la misma.
Aparte de la N-110 (Soria-Plasencia),
pasa por su término municipal la autopista de peaje AP-51, Villacastín-Ávila y
de su núcleo urbano nace, o muere, la carretera comarcal AV-501 que lleva a
Navalperal de Pinares cruzando el Campo Azalvaro y continuando hasta Cebreros.
Dos ríos riegan sus tierras: el arroyo
Cardeña, que nace en la sierra de Ojos Albos y pasando por detrás de la ermita
del Cubillo va por el término de Villacastín a regar las tierras bajas de
Aldeavieja y Blascoeles, para desembocar en el río Voltoya; y éste, que nace
por las serranías de El Espinar cruza el Campo Azálvaro, forma el embalse de
Serones, que surte de agua potable a Ávila capital y desemboca en el río
Eresma, cerca de Coca.
Las primeras señales de poblamientos que
se conocen datan de la época romana; se sabe de tres lápidas funerarias,
localizadas en diferentes partes del pueblo; lo que hace suponer que existió en
la zona un asentamiento, seguramente militar, de vigilancia del territorio.
Hay indicios de que hubiera ocupaciones
anteriores, como se verá en las excursiones que se pueden realizar, sobre todo
por la cercanía de restos documentados en los pueblos limítrofes.
Pero su verdadera historia comienza con
la Reconquista; arrebatada a los moros, en el año 1088 la zona se repuebla con
gentes del norte: vascos, asturianos y leoneses; se crean una serie de caseríos
en distintas zonas: en las laderas de los ríos Cardeña y Voltoya, del arroyo
Tijera, etc… hasta que deciden crear dos núcleos urbanos más grandes para una
mayor seguridad y una mejor administración; así se crearon los pueblos de
Aldeavieja y de Blascoeles, quedando como vestigios de los antiguos poblados
las ruinas de sus iglesias, convertidas en ermitas: San Juan del Berrocal, San
Miguel de Cardeña, La Carrera…
Aldeavieja se funda alrededor de la
iglesia de San Cristóbal, edificada en el siglo XI y en las cercanías del
arroyo Tijera que, desde el Arca Madre llevaba sus aguas al arroyo Cardeña
cruzando un maravilloso bosque de fresnos y robles llamado La Fresneda, en el
término de Villacastín. Poco a poco sus pobladores van abandonando estas zonas,
más expuestas e incómodas, y van extendiéndose donde hoy está, a los pies del
cerro Calvario y protegida de los aires del norte por el Alto de La Barrera; su
posición estratégica, en el camino que desde Segovia llevaba a Ávila y sus
pastos abundantes, pronto enriquecieron a ganaderos y agricultores; la
aparición de una imagen de la Virgen en el sitio de El Egido en el siglo XIV,
que culminó con la edificación de una ermita y las consiguientes peregrinaciones
y romerías fue otro factor decisivo para que se decidiera levantar una nueva
iglesia más grande y cercana en mitad del nuevo caserío; así se edificó la de
San Sebastián, casi a la vez que se levantaba la nueva ermita de la patrona: la
Virgen del Cubillo, ambas en un estilo herreriano/popular hacia el siglo XVI;
desde esas fechas hasta el siglo XVII es la edad de oro de la riqueza de
Aldeavieja; la capilla de San José en la parroquia, erigida por uno de los
ricos ganaderos que trataban directamente con la Corona; la magnífica
decoración interior de la ermita de El Cubillo, con su barroco retablo bañado
en oro; la restauración de las tres ermitas que aún subsisten en el pueblo: de
La Luz, de la Agonía y de San Cristóbal; la erección del Vía Crucis, los dos
palacios o casas fuertes con sus nobles escudos, la traída de aguas desde la
sierra a las fuentes del pueblo, situadas cerca de la plaza; las pañerías que
se crearon y la plaza rodeada de soportales (hoy desaparecidos) dan fe del
desarrollo del pueblo.
La guerra de la Independencia y las
posteriores guerras carlistas supusieron un duro golpe para la prosperidad de
la zona, los continuos saqueos y ataques empobrecieron notablemente la economía
de estos pueblos serranos, la expropiación, por los ejércitos de uno y otro
bando, del ganado arruinó a muchos.
Con los finales del siglo XIX pareció que
apuntaban indicios de recuperación; en los años veinte del siguiente siglo se
creó la carretera nacional y hasta se pensó en llevar por la zona el
ferrocarril que uniría Ávila con Madrid y Segovia; no se llevó a cabo, lo que
sí se hizo fue asignar el pueblo a la provincia de Ávila (pues hasta el XIX
había pertenecido a la de Segovia, al Sexmo de Posaderas), se excavó una mina
de hierro, que parece ser no tuvo demasiado éxito y de la que no quedan
vestigios; finalmente se abrió un periodo de decadencia que se puede datar con
el inicio de la Guerra Civil, en la que el pueblo cambió de manos por días y
fue bombardeado al ser zona de agrupación de tropas y estar muy cerca del
frente durante toda la contienda.
Los años sesenta representaron el
despoblamiento y el éxodo a las grandes ciudades y ya a caballo entre los
siglos XX y XXI parece que la instalación del Parque Eólico, la explotación de
la cantera y la consiguiente creación de una fuerte empresa dedicada a la
construcción de carreteras, el desarrollo de empresas de transporte, el auge de
las fincas ganaderas de reses bravas, así como una racional explotación de la
agricultura y de la ganadería con métodos modernos y totalmente mecanizados, la
transformación de las ocupaciones con el crecimiento del sector de la
construcción, la instalación de una fábrica de embutidos, etc… han incidido en
un periodo de prosperidad que la actual crisis no ha conseguido nublar.
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