Ahora vamos a ver
cómo los monjes de la Abadía de Párraces retorcieron la historia,
aprovechándose de la ignorancia de las gentes y de la mala voluntad de las
autoridades eclesiásticas; en el estudio al que nos referíamos en el artículo
anterior, se dice lo siguiente:
Las caserías que se dijo arriba se edificaron en
contorno de la iglesia de Párraces, por vecinos del mismo Párraces y de otros
lugares, se fueron aumentando cada día más, ansi por la bondad y comodidad de
la tierra como por la buena acogida y buen pasaje que en todo les hacían los
canónigos, pero en ninguna de ellas había iglesia ni ermita donde siquiera
oyeran misa, pues los vecinos de las dichas caserías, que de aquí adelante
llamaremos lugares o aldeas, acudían a la iglesia de Párraces, corno a
parroquia suya, a oir misa y a recibir los Santos Sacramentos, como se dijo
arriba, y en las bulas apostólicas que confirman la donación que el obispo y
cabildo de Segovia hicieron de la iglesia de Párraces con todos sus bienes al
maestro Navarro y a sus compañeros, se nombran estas aldeas entre los bienes de
Párraces, diciendo que las confirman a los dichos canónigos estas aldeas que
entonces acudían a la iglesia de Párraces a recibir los Sacramentos, y que en
estas aldeas a la sazón no tenían iglesias, no se edificasen en ellas sin
licencia de los dichos canónigos, ni acudiesen a otras iglesias a recibir los
Santos Sacramentos, sino a las iglesias que a la sazón acudían, que era la de
Párraces, todo lo cuaI se comedió a los canónigos de Párraces y se guardó
inviolablemente hasta que después, con ocasión de la granja que se hizo en
Aldeavieja y otra en Muñopedro, se edificaron dos iglesias o ermitas, en cada
lugar la suya, para decir misa en ellas los canónigos el tiempo que estuviesen
en granja, y porque los que moraban en Aldeavieja
estaban distantes tres leguas de Párraces, se les permitió oir misa en la
iglesia que allí tenían los canónigos, y después, por haber crecido los
vecinos, se les permitió tener en aquella iglesia, que era de San Cristóbal,
Santísimo Sacramento, pila bautismal y que en ella oyesen misa y recibiesen los
Santos Sacramentos, por escusarles el trabajo de venir a Párraces a todo lo
dicho, a lo cual eran obligados por ser parroquianos de la iglesia de Párraces
y de su colación, como las demás aldeas, sin diferencia alguna, y el permitirle
lo sobredicho fue mera gracia y liberalidad de los canónigos, por causa de la
distancia, por el aumento de los vecinos y por condescender con sus peticiones
en esta parte, todas justificadas y pías, si bien con esto mismo los que
después sucedieron hicieron guerra y movieron pleito a Párraces, pretendiendo
que aquella iglesia había sido edificada primero que la de Párraces, y que era
parroquial y no era ni había sido de la colación de Párraces. Pruébase con
evidencia ser lo dicho verdad con que a los vecinos de Muñopedro, aunque tenían
en él iglesia como los de Aldeavieja, no se les permitió nunca en ella oir misa
y mucho menos tener Santísimo Sacramento y pila bautismal, y acudían a Párraces
a todo lo que los demás de la colación, sin diferencia alguna, lo cual hacían y
guardaban por estar cerca de Párraces, y si les valiera el tener iglesia, como
a los de Aldeavieja, lo mismo se les debía conceder, pero no se les concedió
por no haber las razones que había en Aldeavieja de la distancia y otras cosas,
de donde queda entendida la razón de haber en estos dos lugares iglesias y la
causa de haberse permitido a los de Aldeavieja acudir a la iglesia que allí
hay, sin obligación de acudir a su parroquia de Párraces.
Este
lugar y sus vecinos, como parroquianos de Párraces, se comprendió en la
donación que el obispo y cabildo de Segovia hicieron de la iglesia de Párraces,
con todos sus bienes, al maestro Navarro o Navarrón y a los que le siguieron,
cuando se apartaron de la iglesia de Segovia. Después, los canónigos de
Párraces adquirieron muchas heredades y posesiones en el término de este lugar,
por compras, trueques, cambios y donaciones; y a todas estas heredades llamaban la heredad de Aldeavieja, y ésta era y
gozaba la parte de los canónigos y su mesa capitular, y lo que valían los
diezmos de este lugar, que llamaban beneficio de Aldeavieja, estaba dividido en
tres partes, la una para el abad, la otra para los canónigos y la otra para la
fábrica de la iglesia de Párraces, como consta de la escritura de división de
los bienes de Párraces.
Señalamos que el diezmo,
como su nombre indica, era la décima parte de las cosechas y de las ganancias
por ganadería, ventas, frutos de las huertas, colmenas, fabricación de telas
(en Aldeavieja había dos o tres batanes y telares) etc.; y esta décima parte
era entregada a la Abadía por las buenas o por las malas.
Los vecinos de Aldeavieja
llevaban a mal tener que pagar estos diezmos y depender tanto de la Abadía, por
lo que muy pronto surgieron roces que les llevaron a un primer pleito con los
monjes sobre el mantenimiento (en los documentos se habla de fábrica) de la
iglesia de San Cristóbal, que los monjes, a pesar de que la reclamaban como
suya, no ponían ni un doblón en su restauración o en sus gastos normales;
contra todo pronóstico este pleito lo ganaron los de Aldeavieja, como se
aprecia en las siguientes líneas del manuscrito al que hemos hecho referencia y
del que sacamos todos estos datos:
Sea
el primero un pleito que los vecinos de este lugar movieron a Párraces, en
razón de los reparos de su iglesia y fábrica de ella, sobre que tuvieron dares
y tornares sobre la casa de Párraces, de quien habiendo recibido tan gran
beneficio, como permitirles tener iglesia en su lugar, donde se les
administrasen los sacramentos y oyesen misa, por quitarles el trabajo de venir
a la de Párraces, su parroquia, en lugar de agradecimiento de gran bien, pedían
renta particular para la fábrica de su iglesia, que entonces era San Cristóbal,
sin acordarse del bien recibido, y fue esto de manera que obligaron a los de
Párraces a venir en concordia y darles para fábrica de su iglesia, toda la
heredad bienes y raíces que hasta allí tenían y poseían en este lugar y en sus
términos, fuera de unas casas y un prado cercado y una huerta, que esto sólo se
reservó y quedó a Párraces, y habiéndose convenido en esto, para firmeza de
ello, otorgaron escritura en forma los canónigos, con licencia de su abad, y
los vecinos de este lugar, con poder del Concejo, que fueron los dos alcaldes y
otros cuatro vecinos, los cuales por sí y por los demás se obligaron a los
reparos de su iglesia con la dicha heredad, y que el convento de Párraces no
fuese obligado a dar nada para los dichos reparos, salvo la dicha heredad, y
que el Concejo nombrase persona que recibiese lo que rentase, para los dichos
reparos, y que cuando se hubiese de hacer algún reparo se consultase primero
con Párraces, para que fuese ordenado lo que más conviniese, y para
cumplimiento de todo, pusieron pena de
dos mil florines de oro a cualquiera que pleito moviese a la parte obediente,
como consta de la dicha escritura, que fue otorgada en Párraces a cinco de
febrero de 1474 años, y fueron
otorgadas dos de un mismo tenor, ante Miguel Gómez, de Aldeavieja, escribano
real.
Cuánta razón no tendrían nuestros antepasados para que el monasterio les cediese todos los bienes que poseían en el término menos unas casas y un prado cercado y una huerta.
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