¡Escuchad….! ... nada,
no se oye nada… ¡ya no doblan las campanas en mi pueblo!
¡Escuchad…! Nada,
siempre nada, ya no suenan las campanadas del reloj de mi pueblo.
Duermes y en la noche
te despiertas… ¿será tarde? Escuchas… escuchas… nada
Ya no suena aquel
reloj…
Aún recuerdo a mi tío, el general, don Andrés, (llamadlo como queráis) el día que empezaba sus vacaciones salir de su casa, cruzar la plaza con la gran llave de la puerta de la iglesia en la mano y subir a la sala del reloj, engrasarle, darle cuerda, arreglar esta o aquella rueda o aquella pesa o el volante y oir, oir las campanadas del reloj…
Ya no suena ese reloj…
Es domingo, va a haber
misa y a las doce y media… ¡Tam! ¡Tam!
¡Tam! toques espaciados de
campana que te avisan: ¡tocan a primeras! ¡en media hora estará aquí el
sacerdote… y después: ¡Tam, Tam! ¡Tam,
Tam!, las segundas… y a la una ¡Tam, Tam, Tam! ¡Tam, Tam, Tam! suenan mientras
entras en la iglesia deprisa, volado, llegas tarde y ves que el cura sale de la
sacristía… las campanas…
Campanas que te decían
(triste y lúgubremente) que algún vecino había fallecido ¿Quién ha sido? ¿qué
ha pasado? Y el día se vuelve gris y triste mientras escuchas la campana
doblando a muerto…
¡Es fiesta ¡ y las
campanas doblan y redoblan, empujadas por los mozos, voltean alegres, felices,
llenando el aire y el día de sonrisas, risas y carreras, hay procesión o no la
hay, pero suenan las campanas, ¡es fiesta!
Mediodía, el Ángelus te
señala que es la hora de acabar la jornada, hora de volver al pueblo a comer, y
las campanas te llaman después de sonar los doce toques…
Campanas, campanas,
campanas, llenando los momentos tristes y los alegres.
¡Campanas de la iglesia
de mi pueblo! ¡de todos los pueblos!
¡Escuchad!
¿Por qué no suenan las
campanas en mi pueblo?
Muy bueno Javi…..yo también recuerdo al tío Andrés que lo hacía en cuanto llegaba al pueblo. Gracias por tu blog
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